Cuervo.

Me encuentro en el borde del suicidio de mi felicidad, ahí el oscurecimiento es la luz que me acompaña, donde se termina el resplandor y comienza la intriga.
Estoy vagamente perdido.
Soy el cuervo, ese ultimo que ronda sobre lo que ya esta muerto, olfatea, inspecciona y devora las sobras.
Mi sombra es la única compañía que me sigue los pasos.
Tampoco confío en ella, pues en la madrugada desaparece y me tiende a dejar solitario.
Ahora la confusión se vuelve uno más en mi habitación, me hace suyo, como la novia hace suyo al adolescente virgen.
Desdichado es sentirse con un vacío más grande que la ignorancia de mi presidente . Personas van y vienen. El alma se queda en cada gesto de amabilidad, de amor, de comprensión. Hay que estar feliz para transmitir tristeza.
Yo estoy triste y trato de transmitir felicidad.
Es mi filosofía.
Pero mi escrito que por cierto esta conectado directamente con mi sentir,
es poco legible debido a tres gotas que brotaron, meciéndose por mi mejilla hasta llegar caprichosamente a las palabras "no valgo"