Demonio amada.

Cúspide de las sensaciones hermosas...
Altar de mi existencia, de mi amor y de mi alma.
¿Dime tu, Alejandra, dónde poso mis manos ansiosas?
Posiblemente en tu cuerpo o en tu rostro en calma.

Dime, Señora mía. ¿Dónde apaciguar yo mi fragua?
para calmar mis antojos carnales, llenos de energía.
Gracia mía, déjame reposar en tus negras enaguas,
déjame tomar tus labios que atizan mi mitología.

Avante saldré de ésta suerte sin ningún rasguño,
para demostrarte que tu eres mi demonio amada.
Tu eres mi hogar, mi templo y con todo, mi terruño...
Y recuerdo, que desde antes te inventaba. Añorada.

Vaguemos juntos por esta tierra agreste. Pasmosa.
con las garras unidas, con nuestros ojos bien llenos,
de amor, de lujuria y de nuestras mentes azarosas.
Enamorada mía, dueña de mis alas... ¡Mi niña poderosa!
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