Desconsuelo.

Cae la oscuridad de la noche sobre mi, afligiendo la pena de mis lágrimas.
Y el cielo parece más pesado, más umbrío, mas tardío.

La noche aviva el desconsuelo de mi dolorido corazón.
Hastiado de la espera de un encuentro que no llega, que no me espera tras el amanecer.

Y llueve, sobre los tejados de Madrid.
Mi ciudad eterna, el refugio de mi olvido.

Paseando encuentro mis propios pasos, repetidos y marcados
sobre las aceras húmedas de la lluvia o de mis lágrimas. No acierto a distinguir.

La noche oscurece y se vuelve más negra, mas penosa, mas dolorosa.
No miento al decir que daría la vida por ti, por tu pasión matinal y por tu compañía.

Escucha el sonido de nuestra ciudad, alicaída a esta hora bruja.
No existe ciudad si tu no estás en ella, no existe Madrid. No existe nada.

Sólo el vacío de mi existencia, de mi pena acumulada tras noches en vela.
Sin sueño, sin esperanza y sin lágrimas que derramar. Ya cayeron todas sobre las aceras.

Y ahora sigo de nuevo mis pasos, sólo y arrepentido de todas las decisiones que me llevaron hasta aquí.
Sólo tengo desconsuelo.

 

Pues es cierto... así se siente uno, cuando descubre la inmensidad de un sentimiento quemándo nuestrpo
fatigado corazón... Excelente entrega, Escritor...
Afectuosamente, te saluda:

 

Compañero el escritor del lago sentidas palabras pones en tu pluma que brilla .felicitaciones