Día LXVI

Te vas tibio amigo,
dejas la noche templada,
el vino,
las ganas de salir corriendo y tropezar,
reír,
hablar del mutismo de las mujeres,
odiar sus voces de cristales contra el pizarrón,
germinar y ser inoperantes en eso de no actuar y enjuiciar.
Te vas amigo. Te vas.

Tus ojos de fuego blanco dan a la luna todas las respuestas,
estás triste y la medianoche se lleva tu sombra,
entras despacio en el recuerdo de futuras cervezas.

Estrellas de neblina tus pasos,
el unicornio y el perro que es gato te siguen despacio,
me quedo en el vacío, extasiado de silencio,
pienso en todas esas veces en que otro ocupo tu lugar,
y en las veces en que otro se fue igual de confundido, herido, marchito.
Ellas lo tienen todo, tienen a todos mis amigos,
ellas nos vuelven un profundo mar
y no, no sabemos nadar sin un compañero, sin un buen alcohol en las mejillas,
sin una pizca de humor al saber que hagamos lo que hagamos nos vamos a equivocar.

Te vas tibio amigo,
para renacer, para doblar la rodilla,
para hablarle mirándole a los ojos, como entre amigos no se suele hacer.

 

Guarecerse en el silencio y reflexionar sobre los golpes de la decepción... Me ha gustado mucho. Saludos.