Efluvio

Azul que estás de ovillos embriagado,
párpado astral de cándida blancura,
se tiñen por igual de tu tintura
el valle, la colina, monte y prado.

Mi cuerpo siendo un toro fatigado
al sueño se abalanza en su cintura
y bebe de él la trementina oscura
que me hace como un árbol perpetrado.

Las sombras con su sílaba en relieve
se escriben en la sangre discernible
cuando turbia y sombría pasa la hora.

En el instante el infinito llueve
pues queda el corazón loco, impasible,
con algún otro yo que se incorpora.















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