El cauce

Las aguas volviendo a su cauce,

La luz del sol siempre calienta,

Culpas que se evaporan en el aire,

Despreciar el sabor de las afrentas.

Qué raro se hace respirar tranquilo,

Que tranquilo te sientes completo,

Que completo es saberse tan vivo

Cuando otros te daban por muerto.

Las polillas revoloteando alrededor,

Naftalina para sobrellevar el mono,

Las carencias por la falta de candor,

Las aptitudes al final son un estorbo.

Las imágenes que ya no reconoces,

La pantalla deslumbra con el brillo,

Los caballos que te echan a coces,

El ritmo de los golpes del martillo.

Las promesas que se incumplen,

La basura que tanto te alimenta,

Las caricias que huelen a embuste,

Pero reconfortan de igual manera.

El cauce que tu decidiste y creaste,

Las creaciones de tus ásperas manos,

El agua que decide transcurrir libre

Y tu y yo, simplemente esclavos.

 

Secuencias cargadas de evidencias y un dejarse llevar...
Un cierre sentencioso para desembocar en mar abierto. Felicidades por el poema.

Saludos,

Palmira

 

Me ha encantado leerte ...saludos

 

Esclavos de la tormenta.
Porque los truenos son impresionantes.
Y a ver quién es el guapo que los agarra por los cuernos.
Yo sé que pueden recorrerme, de cabo a rabo.





Al fin y al cabo, el pueblo vasco es bravo.


Aguanto, y me contengo.
Conozco la electricidad, y en ella me enrollo.
El cobre es moreno de piel, como canela en rama.
Y así, el toro semental charoláis, francés, brama.