El Inquilino

Cuando todo está más callado,

puedo oír mejor al otro lado,

soy inquilino de algo inusual,

y sigo el hilo a lo que no está.


Me comunico con planos,

que nos miran y no miramos,

algunos tramos se reacomodan,

paredes y techos afinan su oda.


Cerrando enésima vez cada llave,

sigue un goteo suave constante,

las tuberías emiten sonidos,

de algo que parece estar vivo.


Y llega ese desasosiego,

impactando así de lleno,

estando solo a dichas horas,

un suspiro impío me derroca.


Cuando todo es más lóbrego,

se despierta el interno gemelo.

residente de algo atípico,

desdoblar el cuerpo físico.


La mente es enemigo,

en cada sombra que miro,

se forma un gigante,

que viene a destronarme.


Casi con mi corona,

y ensalzado en gloria,

la sombra de la duda,

me arrebata y desnuda.


Supuse mi alto refugio,

me daría indudables lujos,

pero me ha vuelto inquilino,

de algo que concibo nocivo.

 

Mi mente no es mi enemiga.
La utilizo para comunicarme con el espíritu.
Me sirve como un aparato de radio, o un teléfono.
Es muy sensible, y puede percibir las vibraciones sutiles, gracias a la intuición.
Pero también es necesaria la intención. Porque intención es efecto.
Un gran avance en mi vida, supuso adentrarme en el corazón creador.
Es un núcleo generador blanco-azulado, del cuál surge el latido: Big Bang / Big Crunch.