El reino

El reino

Me he perdido en la nieve adormecida,
allí donde el reloj ha dimitido.
He escuchado las voces sin sonido
con que los muertos hablan de la vida.

Aquello que escuché por la avenida
del tiempo sin zapatos, no hace ruido.
Postrado sobre el nicho ennegrecido
del sueño, me soñé hacia una salida.

No pude aproximarme suficiente
a la terrible luz de aquella fuente
fluyendo sin fluir al fondo nuestro.

Cerrada paradoja, encrucijada
quemándose en el agua armonizada
de un reino que no es mío, sino vuestro.

 

Precioso cierra que muestra el deber sobre si mismo.
Un placer.

 

Servir y proteger, ese es el deber de todo buen madero.