Eneas

Se esconde en un pañuelo blanco
un pelo tímido y hermoso.
No sé por qué a su sol endioso,
si es brillo de ola en un barranco
negando su destello franco
a todo lo carnal que ofrezco.
Callado entonces, si padezco
el don de mi imaginación,
es porque alivia mi razón
soñar el cielo que carezco.​

 

¿Quién nos expresa algarabía?
¡Mi tía!

¿De prudencia y tino carece?
¡Parece!

Con una palabra es descrita:
¡Loquita!

Supo ser gentil señorita.
De eso ya no quedan improntas.
Con maneras raras y tontas,
mi tía parece loquita.​

 

Llanto.

Palabra renuente me quita
el vuelo que busca mi angustia,
se queda muy quieta, tan mustia.
Empiezo a llorar y musita:

a veces silencio es mejor
que el grito, ni rompe ni aquieta
el peso que el alma te agrieta,
mejor es llorar el dolor.

Pues el llanto es otra manera
de dar a la angustia salida
y queda nuestra alma dormida.

A veces es más verdadera
la calma que el llanto regala
y entonces un verso resbala.​

 

No vuelo prendido de un ala.
Prefiero flotar en mi vuelo
fundido en tu ingávido cielo.
Voy viendo si el Sol me regala
un haz, más veloz que una bala,
para regalártelo allí.
De tanto esperarte, me fui
demente, a buscar en la altura
el clímax que da la locura
de un beso color de rubí.​

 

Cuestión circular.

No quiero pensarte, y apareces
no quiero mirarte, y te busco
y como no estás, yo me ofusco
y vuelvo a empezar como a veces.

Es una cuestión circular,
no puedo luchar contra ti.
Sucede que adentro de mí
estás, no te quieres marchar.

Es que en mí has echado raíz
tan onda y tan fuerte es la guía,
que habrá de romperme, sería,
igual que rasgarme en un tris.

Ya más no sería yo misma
sería mujer sin carisma.

​

 

La luz de la luna incrementa
el mágico signo en tu piel.
No soy mucho más que un papel
que al viento, perdido, reinventa
sus horas de paz, por infiel.

Y mientras planeo en tu entorno
con cara de triste payaso,
soy solo un plumaje de paso,
un pobre juguete, un adorno
que brilla el fulgor del fracaso.​

 

Albazo.

Llega de tu voz el albazo
que despierta al alma tranquila
con ese tu canto que me hila
canciones que dices al paso.

Canciones de amor que acarician
cual luces que alumbran al día
y me alzo por tu algarabía
y todos mis sones se inician.

Y canto contigo a la vida
amor y también la alegría
y se arma la gran sinfonía.

¡Que gozo tu voz me convida!
con solo tu canto reboso
el día de gran alborozo.

​

 

Existen relojes nerviosos,
con horas sin brújulas, locas.
También se obsesionan las rocas
con sueños que son arenosos.
He visto conejos miedosos
comerse los lobos hambrientos.
Sufrí los eternos tormentos
de instantes de amor que murieron.
Si así alguna vez la sintieron
su vida dio más que momentos.​

 

Sus ínfulas de pedigrí
sufrí,

mas es su material genético
patético.

Ya tuve con ella bastante
desplante.

Siempre me lleva por delante,
chocamos por cualquier zoncera.
Ayer, la vi como una fiera,
sufrí patético desplante.​

 

Seguimos con este curioso experimento de hacer “ovillejos” eneasílabos:

Tienes arte en hacerte el viejo
pendejo.

¡Dejarás, solo con la muerte,
de hacerte!

De cometer torpezas gruesas,
no cesas.

No causas ya grandes sorpresas.
Lo veo cerrado a tu caso,
¡ganaste el Mundial del Payaso!
Pendejo, de hacerte, no cesas.​

 

Flor de cerezas.

Cuando tú me escribes, me besas.
Cuando yo te escribo respondo,
y nos vamos de lo alto a lo hondo.
A veces son solo simplezas.

En otras jugando tú empiezas
y hacemos un juego redondo,
tan largo y sutil, tan orondo,
cual árbol de flor de cerezas.

Jugar al amor, laberinto
en el que te pierdo en recodos.
De hallarme tú buscas los modos.

A veces te encuentro distinto
y el cambio con brillo te luce,
con eso tu amor me seduce.

​

 

¡Siempre sigue tu calentura*
sin cura!

y te expresas, con cada yerro.
cual perro.

Es que no eres más que un mocoso
rabioso.

Eres, en exceso, cargoso.
Ya no aguanto tanto capricho,
Tu sigues tal cual te lo he dicho:
sin cura, cual perro rabioso.​

* f. coloq. Can., Am. Mer., Cuba y R. Dom. enojo (‖ movimiento del ánimo que suscita ira).

Sin.: enfado, enojo.

 

Mi fresa.

Un velo de hielo sin gozo,
cristal que se rompe al tocarlo
con tu voluntad pu'es trocarlo
en agua que fluya hacia el pozo.

De fríos ya estoy hasta el cielo.
Aquí es el verano y calienta,
pero tu palabra no alienta
y deja que enfríe mi anhelo.

Pues mira que canto sin verte
y a veces cantando me alegro
y toda tristeza la legro.

No mires de ahí tan inerte.
Tu boca que canta y que besa
bien puede comerse mi fresa.

​

 

Nunca me esperarán allá
donde los santos siguen santos.
También, sus trechos no son tantos.
Son mil certezas, que más da,
de azul y nubes como mantos

que esconden nuestra humanidad.
El Cielo es pura gravedad,
el peso de las almas quietas,
paralizadas, ya sin metas,
la catatónica impiedad.​

 

Es el honor de tantas ratas
lo que verás en las aceras
de esta ciudad sin las fronteras
de lo decente y con corbatas.
Es todo estiércol, cabalgatas
interminables de dolor.
Dirás que habrá un color mejor
en esos mundos ideales
de niños, risas y cristales.
Aférrate al delirio, amor.​

 

Venías.

Venías y hablabas de amor.
Ponías palabra en el pozo
que daba calor y alborozo
y hervías a mi alma al calor.

¿A dónde quedó el esplendor?
¿A dónde ese afán de retozo?
¿Por qué no regalas tu gozo
a mi alma que adora el tremor
que causa tu verso elocuente?

Que no hallo otra fuente que bulla
como esa la tuya que arrulla,
que causa placer a mi mente.

Te busco en la noche profunda.
Sin ti yo soy hueca, infecunda.
​

 

Jamás espero que se hunda
amor, placer o la amistad
en hoyos de trivialidad
o en charla fútil e infecunda.
Mi vida siempre fue errabunda
pero jamás superficial.
Me gusta el canto del zorzal
igual que toda sinfonía
que oigo en tu voz, y cada día
en que te alzas así, triunfal.​

 

Zarzal.

Las dudas me hieren, zarzal
de dolores arden y sangran.
Demonios, corrompen a mi ánimo,
me envuelven de a poco. Un bozal
quisiera ensartar en sus fauces,
pero me torturan, desangran
mi amor que palpita gimiendo,
no puede volver a sus cauces
fluyendo tranquilo, magnánimo.
Con niebla me cubren, hediendo
y busco el sendero a tus ojos,
la guía a tu voz melodiosa
remanso de paz, amorosa,
que me colma el alma de antojos.
Ven y resplandece a mi vista,
no tardes, te espero anhelante,
despliega tu luz deslumbrante
que eclipse a la duda egoísta.

​

 

Últimamente, todo es "ista"
de rótulos, un lodazal.
Malabarista, oportunista,
capitalista, comunista...
sin mote, ¿me veré normal?

Mas bien soy un "error fatal",
nunca un sofista petardista,
no un mercader descomunal
del contrabando ilusionista,
más allá del crisol del mal

fundiendo prensa amarillista.
No soy marbete, red social,
de purulencia pasatista,
siempre entramándome al umbral
de tu indecencia nihilista.​

 

Espuma.

Te busco en lo oscuro sin vista,
ningún catalejo te enfoca.
La luz no se curva en el mundo,
misterio de vos tan profundo.
No escucho la voz de tu boca.
Se quiebra mi amor en tu arista.
La ronda que ronda es oronda
me causa mareo, me ofusca,
y mi alma vacía te busca.
Mas luego no quiere encontrarte,
la búsqueda es gozo, es un arte.
Tu música arrulla mi ritmo
y sigo tus olas de mar.
La arena me frena, y su espuma,
la siento en tu boca al besar.
Un beso de noche en la bruma.
Un beso como un algoritmo
que me hace perder la batalla
batalla pues lucho al perderte
no quiero que de esto la muerte
aplaste tu voz de pantalla.
Pantalla, pantalla, vacía.
Pantalla, silencio, agonía.
​