Epilogo

Me enloqueces, es cierto, con cada mirada, con cada respirar y cada paso que das. Me enloqueces siempre una, y otra vez, no dejas de enloquecerme ni en la cena ni el desayuno. Me enloqueces al dormir, en mis sueños, en el largo letargo de esperanza estúpida que tengo, que no hace más que aferrase a ti, que me desangra poco a poco.

Es verdad, siempre ha sido verdad que me tomaste de modo salvaje y voraz, y que nunca fui tan infeliz que contigo, que con toda tú estampa me enloqueces siempre y nunca me dejas sin más que mi locura, que ya es parte de mí, como mi saliva y mis canas de anciano maniático.

Ya estoy cansado de la vida y me sigues siendo enloquecedoramente real, no eres fantasía ni sueño, ni siquiera nostalgia de una vida pasada, eres todavía la mitad de mí día y mí noche, la mitad de mis pensamientos y mis manos y mis corajes. Los berrinches de cada mañana pierden sentido si no estás, que más da vivir este aburrido mundo si no estás a mi lado cada despertar, que más da pensar si no estás para que te adueñes de mi pensamiento. Es cierto que te odio, y sobre todo cuando hablas sin decir te quiero, o cuando hablas del dinero y de lo que quisieras, no sabes que no importa lo que esperas ni lo que quieres y que me enloqueces sólo por que te quiero a ti, sin nada más que tú.

No me digas lo que necesitas ni lo que sueñas, no me platiques de tus verdades en el mundo ni de las teorías filosóficas de las que se preñó tú pequeño cerebro. Si pudiera, te mandaría lejos sólo para no escucharte, pero te amo tanto como te odio, lástima de mí que soy tan egoísta que no puedo separarme de ti para ser feliz, sólo puedo estar contigo para apaciguar esas ganas que tengo de despertarte por las madrugadas para leerte las pendejadas que se me ocurren y que escribo sólo para ti, esas tonterías en las me arrebata el amor con todo su coraje y pasión que tan arraigado esta dentro mi.

Dime si no es ridículo, cariño mío, que no sepa vivir lejos de ti, dime si no es risible el hecho de pensar que no tengo otro mundo en el cual vivir ni en el cual creer que no seas tú. Las noches que estás lejos, lloro como una niñita por que te has ido, y temo que nunca volverás, pero cuando regresas me empiezo a sentir infinitamente contento, y regresa toda mi seguridad a mis manos y mis pasos, y dejo de jorobarme y tener medio muertos los ojos. Entonces me desquito con todas mis fuerzas de tu desconsiderada partida que me dejó sumido en un trance del que no puedo salir si no es contigo. Por eso te molesto siempre por la mañana y en la comida, y me burlo de lo simple que eres y de lo fácil que dejarías este mundo por amarme. Somos tan distintos, cariño, que casi somos lo mismo. No he de matarte, no te detesto tanto como para matarte, sólo con amor puedo repudiarte tanto como para permanecer contigo.

Siempre pienso que tal vez en otra vida seríamos felices, en un lugar donde no te distraigas con tanto mundo, donde no hubiese más mundo que el nuestro. Casi siempre me dejas llorando de rodillas a tú lado, temiendo la muerte que acecha en cualquier esquina, temiendo la lejanía que pondrías entre los dos si te canso lo suficiente. Este ha sido un camino sinuoso, que nos ha dejado una estela de tristezas y melancolías, que nos ha embriagado y nos sigue embriagando después de que ya no somos ni la sombra de nuestra juventud.

La esperanza que se murió ya hace mucho, era lo que más nos dejaba felicidad, era el motor principal de nuestros sueños y nuestras vistas de un mundo futuro. Que lento se ha vuelto el tiempo desde que me siento con ganas de morirme y de que te mueras para permanecer juntos hasta en nuestra tumba. No pienses que me harto de lo que hacemos siempre que te muestras complaciente, tampoco he dejado de matarme por dentro al explotar cada vez que veo tanto amor en tú mirada, es solo que ya no le encuentro sabor al tabaco ni al mareo de embriagarme hasta dormirme.

De todas maneras te pienso simple en tus días y en tus noches, solo me maravillas cuando trabajas, pero no cuando alegas tantas estupideces de lo mal que esta el mundo. Ha tiempo que ya no me importa la sociedad ni sus rituales parcos que sólo dan lastima, ya no espero nada, ni encontrar el porqué de mí existencia ni el por que de cada cosa. Todo lo que existe solo existe por que existe, ¡qué pendejada ha sido el tener que vivir tanta cosa! si el único fin que le encontré a todo esto eres tú. Ahora sólo doy lastima con todos los año que cargo encima, con mis ridículas piernas que se mueven más torpemente que un pato, y tú me observas con toda esa tranquilidad del alma de quien sabe lo que ha vivido, mientras yo no entiendo nada de todas estas alucinaciones que son el vivir.

Ya sólo la música me hace sentir que sigo aquí, y es la que mejor me despierta los sentidos. Que triste es quedarme sin nada, pero por suerte estas tú para que tenga algo en que pensar y no me quede sentado en un rincón hasta morirme por que no hay nada. Que bueno que estés, que bueno que te tenga a mi lado, por que no hay mejor lugar donde morirme que en tus brazos.

 

Qué hermoso texto Edu...
Con esos te quiero que tal vez no dicen, y nos hieren el alma, y con la inmensidad de te quiero que tenemos para dar, y que nos enloquecen la existencia...
Un gran texto...
Me ha gustado mucho leerte!
Saludos!

-Solcito.-

 

Gracias Sol, un fuerte abrazo y un beso