Esposa extraterrestre.

La esposa se abanica.
Me perjudica.
A decir verdad, me dosifica.
Me simplifica.


Le quiero dar un mordisco en el cuello, para chuparle la sangre.


Dice que soy una droga.
Que la hago más inteligente.
Y que conmigo, desfoga.
Para lucirse, ante la gente.


Cuando la atrapo, se inventa unas escaleras mecánicas, de centro comercial luminoso.


Se evade y se despide, con el pelo suelto, que emana aromas a gel de baño.
Voy de rodillas, tras ella, con los colmillos saliendo de mi hocico de lobo.
Aúllo y la ahuyento, y con gesto inclemente, me sacude, usando un tridente agrícola.
De pronto, me veo en la huerta, y soy espantapájaros.


¿ Dónde están las escaleras mecánicas, que se ha inventado mi víctima ?





¿ Qué hago en este insólito paisaje, bajo el Sol que más calienta, sudando la gota gorda ?
¿ Cómo es que los pájaros prefieren beber agua del río ?
¿ Por qué mi esposa, no sonríe más ? Está en la penumbra.
Escapo de la estructura que me sostiene, y descubro que estoy hecho de trapo.


Forrado con pajas y hierbas secas. La veo, en lontananza, sobre la cumbre.


¡ Esposa !
¡ Cuidado con el tigre y con el oso !
¡ Amor-Bondad y Temor-Maldad, quieren darte tu merecido, morena !
¡ Rubia ! Serena. ¡ Nervios de acero ! Templada. ¡ Bonita ! Infernal, ¡ Diabólica !


Y vuelve a verme. Esta vez, me transforma en robot industrial de acero, para fabricar O. V. N. I. s.

 

Pues mira, con las complicaciones que traen las relaciones, no sé si seremos más extraterrestres los hombres o ellas, pero me ha agradado bastante leer este poema, lo que he leído de ti me ha gustado mucho. Un gusto pasar por acá y leerte.

 

Uriel Roberto, muy agradecido estoy.
Tienes nombre de arcángel.
Y este poema mío, es potente.
A veces, me inspiro en fuentes fidedignas, inconmensurables.
Por eso, la llamo " esposa extraterrestre ".
Es como la fábrica de chocolate, de Willy Wonka.