Eterno caos

Reinos de papel,
se encienden, cuando la ira ilumina,

se quiebran como cristal,
cuando todo reflejo se inmola,

temen las almas,
entre secuestros mortuorios,
porque parece que la paz tampoco yace
donde la muerte descansa,

porque toda huida, no puede prevalecer,
en una existencia unida al recuerdo,

ardores mentales,
pudren toda consciencia,

lamentos astrales,
eclipsan ideas de libertad,

en este cosmos, la negrura prevalece,

caos y armonía, entre verdades atemporales,
son las luchas del tiempo,
contra la razón,

cimientos de dioses aún escondidos,

avistarán la ruina,

cuando todo eterno caos,

caiga sobre sus corazones.

 

Este poema es profundamente filosófica y apocalíptica. A través de imágenes intensas y simbólicas —reinos de papel, reflejos inmolados, lamentos astrales, caos y armonía— se presenta una visión del mundo donde la fragilidad de la existencia, el peso del recuerdo y la imposibilidad de hallar paz, incluso en la muerte, se entrelazan en un universo oscuro.


El poema concluye con una advertencia final: “cimientos de dioses aún escondidos / avistarán la ruina, / cuando todo eterno caos, / caiga sobre sus corazones.” Esto sugiere que incluso las fuerzas más poderosas —divinas o eternas— no escaparán a la destrucción que emana del caos absoluto.


En resumen, el poema cierra con una visión trágica del destino universal: ni los recuerdos, ni la razón, ni los dioses pueden sostener el orden ante el peso del caos eterno. La oscuridad es la fuerza final e inevitable, y todos, incluso los más elevados, están destinados a enfrentar su colapso.

Saludos cordiales