Hienas

Mi casera vino a cobrar a final de mes,
una costumbre suya como otra cualquiera,
aunque en ocasiones alguno se le escapa
y aparece con dos o tres de ellos tras su menuda figura.
Bien pensado,
es como un coche engalanado que, tras la ceremonia,
arrastra meses en lugar de latas y botes vacíos.
Siempre hablamos bastante,
será por vernos poco,
y siempre de lo mismo,
del puto trabajo.
Ella me cuenta las penas,
los jirones que su alma ha perdido durante las últimas batallas,
mientras yo recuerdo algo enardecido los míos…
diseminados en varias fosas comunes.
Le queda poco en el frente,
apenas tres meses y recibirá la licencia,
el permiso para vivir sin humillaciones ni tratos vejatorios porque sí,
porque a él le da la gana,
porque soy el jefe y tú no eres nada,
solo una ignorante a la que estoy dando amparo con un contrato ridículo,
sin pagarte las horas,
sin vacaciones,
sin decirte nunca gracias…
esas que tú debieras darme cada día al respirar con mi permiso.
Por fin se va a jubilar… pero andaba preocupada,
más que de costumbre,
debe someterse a una operación inminente y siente temor,
auténtico temor…
no tanto a la operación en sí, que es bastante delicada,
como a la reacción de su jefe,
ese jefe con el que lleva casi veinte años,
Hiena inmunda,
rata asquerosa,
hijo de puta a secas,
da igual el término usado,
da asco.
Él la despidió al saber de la operación,
el azar quiso que me encontrará con su hija ese mismo día,
mientras ella estaba ya ingresada en el hospital.
Indignada...
me mostró la carta de despido procedente
que le habían entregado a su madre
en lugar de la pertinente baja,
y narró los nervios con los que tuvo que ingresar,
sin poder dejar de hablar del puto jefe…
y del puto trabajo.
No salió viva del hospital,
ya no está,
allí murió hace cuatro días,
mi apreciada casera ha muerto.
Su jefe...
sigue sonriendo como siempre a sus numerosos clientes.
Bien, Dios, muy bien,
tú si que sabes.
Mi primer mecagüendios fue en edad infantil,
cuando no entendía su significado,
y desde entonces me ha acompañado fielmente.
Mierda de vida,
¿humanos?...
hienas campando a sus anchas,
eso es lo que hay,
mecagüendios.

 

Una realidad dura y descarnada Javier, de amargura y traición como bien dice tu poema: lo peor de las hienas es que campan a sus anchas, comprendo absolutamente la necesidad de escribir sobre ello y lo que significa esa interrogación de la condición humana, aunque el Jefe es de los primates que más abundan desgraciadamente. Esa casera ya puede decir que se ha dejado la vida en el trabajo, no en el quirófano. El poema deja una terrible sensación de impotencia.
Saludos Poeta

 

Hola, Javier. Has escrito una obra dura, crítica y absolutamente real sobre el abuso de los ricos (de algunos) y de gentuza sin sentimientos ni escrúpulos. Y también sobre la desgracia que sufre una persona, que puede ser cualquiera, acrecentada por la despreciable e injusta actitud del hijo de puta de su jefe (como este se habrán dado muchísimos casos similares).
Lo has narrado de excelente manera, cruda y sin adornar. Pero sinceramente lo veo más con una obra sociopolítica que como un poema acorde con el realismo poético, ya que narra una situación con un trasfondo absolutamente crítico, humanitario y sociopolítico; el eje fundamental de la obra es la actuación (y el deplorable e injusto despido) de un jefe hacia su empleada.
También lo es tu desencanto hacia un mundo y principalmente una humanidad capaz de ser tan insensible y cabrona (comparto contigo totalmente ese pensamiento), esto último bien podría inclinar tu obra hacia poesía existencialista o humanitaria, pero en cualquier caso no es la temática del realismo poético.
...De hecho, realmente me parece más una prosa "hecha versos", aunque ahí no digo nada porque aquí para distinguir prosa de poesía versada nos regimos únicamente por su forma y estética (osea, si se lee en verso o no).

Te muevo el tema a sociopolíticos y también te felicito por tu buen trabajo. Un cordial saludo, compañero.

 

Buen poema, compañero,una crítica muy bien narrada.
Saludos cordiales

 

Pues sí, Valen, qué mala gana da ver como se salen con la suya una y otra vez esas hienas. ¿Tendrán conciencia?...
Gracias por tu visita.
Saludos.

 

Me parece muy bien que lo muevas a este foro, Libra8, y agradezco profundamente tus comentarios.
Saludos cordiales.
Javier.

 

Muchas gracias, Rosario...
esto sucedió realmente la semana pasada, qué asco, de verdad... ¡qué asco!.
Necesitaba compartirlo... vuestros comentarios ayudan a sobrellevarlo.
Saludos cordiales.
Javier.

 

¡Caramba! Pues qué impotencia y qué rabia. El mundo es injusto. La vida es injusta.
Un escrito muy duro y muy fuerte. Te conocemos ya en todos los registros, querido Javier. La pena es que haya cosas así que te lleven a gritar fuerte.
Un abrazo.

 

Gracias, Era...
sí, qué impotencia y rabia producen esas actuaciones.
Un fuerte abrazo.

 

Quería rendirla tributo... y alzar un poco la voz ante tanta prepotencia innecesaria que se empeñan en mostrar muchos, muchísimos empresarios de pacotilla, que no consideran a un trabajador como su colaborador, si no como un esclavo al que dan de comer. Aunque ellos no valgan nada, causan demasiado dolor, es una pena.
Gracias, Isabel, qué difícil resulta a veces mantener la serenidad.
Un fuerte abrazo.
Javi.

 

¡Qué va!, Isabel, nada que disculpar. Además, el comienzo del poema da pie a pensar que es ficción con un pequeño toque humorístico. Los gritos vienen ya un poco más tarde. Pues sí, lástima que sea un caso real, aunque lo peor es que no es un hecho aislado. Otros no serán tan trágicos pero son igualmente vejatorios y denigrantes.
En fin, que vendría bien un cazador de hienas para ir llevándolas a un desierto y que se entendieran entre ellas.
Lo dicho, absolutamente nada que disculpar, Isabel.
Un fuerte abrazo.
Javi.

 

un poema con mucha fuerza con mucho dolor e impotencia. me a gustado mucho. un abrazo afectuoso desde chile.

 

Gracias, jalvarez, ya lo creo, cuánta impotencia se siente en ocasiones.
Un abrazo desde Canarias.
Javier

 

Genial y contundente poema como una crítica social al medio que muchas veces nos agobia tanto.


Excelente poema, me gustó mucho.


Creo que este poema es perfecto para sacar a la luz un pensamiento de Antonin Artaud que yo comparto en su totalidad.


"EL DEBER del escritor,
del poeta,
no es ir a encerrarse cobardemente en un texto,
un libro,
una revista de los que ya nunca saldrá,
sino al contrario salir afuera
para sacudir, para atacar al espíritu público.
Si no
¿para qué sirve?
¿y para qué se nació?"
Antonin Artaud.



Un abrazo grande, poeta.

 

Muchas gracias, danie, por tan grato comentario. Como bien sabrás, es fácil escribir cuando te dicta el corazón. Lo difícil es convivir con hienas y no perder la compostura, tener la sensación de estar rodeado de ellas y sentirte indefenso.
Recibe un fuerte y admirado abrazo... pues los versos que llevan tu firma tras el comentario me entusiasman.
Javier.

 

Ayyy Javier, qué realidad más dura es la que viven muchas personas hoy día, con contratos basura, con despidos improcedentes y aprovechándose de que escasea el trabajo, realmente son como hienas acechando hasta hacernos sus presas. Ayyy qué letras más vivas, destapan esa venda que nos tapa los ojos de la conciencia. Gracias por compartir amigo. Besazos con cariño y admiración...muááááácksss...

 

La pena es tener que compartir semejantes comportamientos, pero en fin... cada uno hacemos lo que podemos en nuestros ámbitos. Yo he ido de lado a lado con esas hienas. Claro, así llevo ya un tiempo largo en el paro.
Gracias de nuevo por tu amabilidad con mis escritos.
Un fortísimo abrazo.
Javier