Irreal.

Estábamos los tres.
Y luego, éramos dos.
Finalmente, me quedé yo solo.
Soplaba el carismático viento Eolo.


Anduve por las simetrías. En las ramificaciones. Ya sabes, telas de araña, de los trasteros escondidos.


En la casa de los espejos, me encontré con vulgaridades.
Eran palabras soeces del pueblo llano, que protestaba contra el rico avariento.
Os llamé a voces, pero escondíme, entre unos papiros sagrados, junto a un monumento.
La gente venía y quemaba todos los fajos de billetes. Reíanse del mobiliario, que era noble y serio.


Epulón pedía al pobre Lázaro el perdón; y averiguó dónde estaba su talón de Aquiles.


¡ Pídele !
Pídele y te dará una lección de piano.
Te dará una lección de Kárate.
Con ambas manos, y ambos pies. Yo estaba muy nervioso y sudaba la gota gorda.


Afuera, en la Feria, llovía a cántaros. Y os encontré. Estábamos los dos. Y luego, los tres.


Pandanchúx, Mejimbón y Trotakent.


" Sí, pero yo soy el más fuerte. Quien tiene un amigo, tiene un tesoro.
Si me tienes contigo, no te hace falta vivir una aventura.
Así que no te metas a cura. Eres un mimo, y un payaso. "


¿ Quieres verdura ? Toma, Mejimbón, una aceituna rellena de rica anchoa.