La caida

Tirada a sus pies supo cuánto la quería.

No solo disfrutaba del calor que le producía en los muslos la libertad de poseerla.

No solo el hecho de tocar sus suaves curvas ni la satisfacción oculta que le

brindaban las miradas envidiosas cuando llegaba en su compañía.

La amaba y negarlo era absurdo.

Se puso de nuevo el casco y después de levantarla, corriendo, la llevó al taller.
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Lo cierto es que la sensación de tener una máquina así de potente entre las piernas es indescriptible, esa sensación de libertad que ofrece, la descarga de adrenalina...

Me antojaste de mi niña, jajajaja, tendré que visitarla a ver si me quiere sacar de paseo, lo malo es este tiempo lluvioso.

Muy bueno, este micro relato, yo ya sé que la quiero, espero no tenerla tirada a mis pies.

Besos

 

Como buena motera debes amar a tu potro de hierro con similar cariño al que le profesas a un familiar. Me encanta la velocidad pero a las motos les tengo mucho respeto. Gracias por pasar un rato por acá. Bechos, abachos y apapachos !!!

 

comprendo...

yo diria que es terapia, jajajaja.

Un gusto leerte, saludos.

 

Jejejeje, Muy bueno. Gracias por el comentario, un abrazo !!!

 

Está genial,para mi gusto sobra la imagen visual.Me encantó,un abrazo

 

Gracias por pasar Calorcito, cuídate mucho, me dió un gustazo tenerte por aquí. Un abrazo !!

 

las caídas son una lección de vida,
para engrandecer en una próxima
abrazos
Denn

 

Así es Denn, muchas gracias por pasar. Abrazos !!