La duda

No preguntes porque al verte de frente
mis ojos no sostienen la mirada,
y buscan refugio en la inmensidad
de este espacio.

No intentes indagar porque mis palabras suenan
distintas a cuando las escribo,
te lo aseguro, son las mismas,
sólo es que las recubre la sensación de perderme
entre la niebla de tu duda.

Es tan lindo amarte, pero tan desafiante,
como querer conquistar la vieja Roma,
conquistar tus sueños, tus parajes,
ser el único héroe que ocupe tu mente
y que explote cada partícula de tu ser
con júbilos vitores y ensordecedores gritos
de pasión y alegría.

Pregunto, ¿eso es amor?

Responde, pero no cuestiones,
porque para mí no es tan claro
como el cristalino que emerge de tus pupilas
y se confunde con los poros de mis manos.

Si al despertar y verte ahí, me siento tan bien... ¿es amor?
Querer protegerte con mis brazos de todo lo que temas, ¿también lo es?
Si tus lágrimas fruto de tu dolor me inquietan,
me hieren más que a tí... ¿es que te amo tanto?

Y si te amo, porque no ha quedado grabado en tu cuerpo,
en tu mente, ¿qué es lo que la duda no me deja impregnarte?

Son tan incontables los momentos en que te siento,
te respiro, te huelo,
siento en mis labios el sabor refrescante de tu néctar,
y me siento invadido de tus secretos.

Permíteme rodearte. Sentirme tu protector.
o ¿será que contigo me siento arropado y sin miedo,
cual bebé en el remanso maternal?

Te diré que te amo, aunque no pueda desmenuzar este sentimiento,
te lo diré a cada instante, no con palabras, ni con frases,
ya se encargarán mis acciones de convencerte de esto,
no a través de flores que se marchitan,
sino con los pequeños instantes que me permitas estar contigo.​

 

Un placer, leerte
un beso
Rosario