La tortura

En el claustro de Samos, soberano,
el reloj de la torre detenido,
es milano real en vuelo herido
su curso inmóvil bajo un cielo arcano.

Suda el ingenio, el arte gime en vano
a vista del naufragio inadvertido,
el martillo del gong está perdido
y el fallo escaso de socorro humano.

Con fama de artesano muy glorioso
y circundado de arte relojero
un monje se prestó a la compostura,

fue su mano clarín escandaloso
que arreglando al reloj su tono fiero
a las gentes de Samos las tortura.

Pepe Soriano
SafeCreative
Diciembre2024​

 

Un perfecto soneto, estimado Pepe. No sé si la tortura es el sonido del reloj, o la triste constancia que este marca de que el tiempo no se detiene, aunque los relojes se descompongan...

abrazo
Jorge

 

Un perfecto soneto, estimado Pepe. No sé si la tortura es el sonido del reloj, o la triste constancia que este marca de que el tiempo no se detiene, aunque los relojes se descompongan...

abrazo
Jorge

Gracias Jorge, en este caso ambas la la vez, pero teniendo en cuenta que en Samos solo viven unos 69 paisanos, más 7 monjes del monasterio, la tortura acústica es menor, aunque el valle recoge y expande el sonido del campanario. Yo creo que el monje relojero mejor hubiera estado quieto y callado, jajajja.
Un abrazo de feliz de navidad