la yegüa

La yegüa se pregunta
donde estará su dueño.
Ya no le cepilla el pelo,
ni le da manzanas,
ni le pone las riendas,
ni la enjaeza,engalana,
para las fiestas del pueblo.

Ya no la saca de la cuadra,
no la lleva al paso,
paseando por la pradera
contemplando el trigo granado,
o en las noches de luna llena
viajando a través del páramo.

No la dice que galope,
que compita con el viento,
mientras acaricia sus crines
agitadas por el esfuerzo.

No sabe que se ha montado
sobre un caballo pálido,
de largas patas huesudas,
de tenebroso alabastro.

Una vez que a su grupa
te ves izado,
nunca volverás al camino
que tenías trazado.

Cabalgará con él ;
la noche será su horizonte.
El sol no volverá a salir;
no abrazará su cuello,
no temblará de emoción
al acariciar su morro cálido.

 

Un buen poema en donde pones de manifiesto con una contraposición la vida y la muerte. Saborear los placeres de la vida, aunque sean sencillos o montarse a lomos del "caballo" que acabará por destruirte.
Me ha parecido que lo describes con una imagen muy interesante.
Un apunte sin importancia, la palabra yegua, como agua, no necesita de la diéresis.
Un saludo afectuoso y mi bienvenida al portal, Miara.

 

Delicia divina de sobresalientes letras emocionantes, bello trabajo brillante.
Jorge Lemoine y Bosshardt, "Estrella Máxima" de Mundo Poesía.