Madrigal Suicida

No seas tan tímida, amada mía
Sé cálida, quiero que me sonrías
Despierta aquella belleza dormida
cual océano con peces que anidan...
tras concordia de fantasmagorías.

Solo haz que tu carácter sea fuerte
tal como ascuas ardientes...
tal como tu indiferencia perenne
mientras mis dedos mueven
tu pelo torpemente...

Luego de risueños momentos... Bellos
Caronte me tomará, me hará eterno...
y te extrañaré solo... y solo a tí
alma mía, corazón de rubí...
mientras te acuerdes no será un infierno...

Llora, llora como ningún ser lo hizo
¡Solo quiero lo mejor para ti!
perdido por los claveles de tedio
El zarzo y zorzal me provocan huir
el amor que siento... vago y enfermizo...

Y cuando vomites oscuro al verme
al ver mi piel palideciendo en gamas
oh amor de crisálida del poniente...
Ten mi mano fantasma... di que me amas...

 

Un poema derrotado, por la indiferencia de una mujer que no quiere más macho.
No quiere macho.
No quiere.
Lo siento.
Pensamos que el odio es mejor que la indiferencia.
Pero si ella está harta... Se aburrirá. Y claro...
Macho, macho, macho. Por las mañanas, por las tardes, por las noches...