Magdalena

MAGDALENA


Cuando te veo desnuda,

majestuosa torre de carne,
a la manera de alguna de las diosas
de antiguo,
arrullándome y poseyéndome
como si fuera un gorrión caído
digno de lástima
y asco
pero que no es lo suficientemente hermoso
como para ser tratado con ternura,
me siento libre de todo pecado;
he lavado mis ropas
en la sangre del
cordero.










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Los poemas designados con nombres femeninos suelen no defraudar. Y éste es el caso. Es bellísimo. Entre los límites de los poemas de Amor y los religiosos (después de todo el amor es la más digna de las religiones), tu entrega logra capturar al lector y hacer de él un corderito bellamente impactado... :::gafas1:::

Procederé a solucionar algunas fallas, probablemente de tipeo. Siempre podés reeditar según tu criterio. De paso agrandaré la letra para que tu trabajo pase menos desapercibido. Gracias.


Un gran abrazo desde Buenos Aires.