Muerto estoy.

El abrazo marchito de otoño gris,
La roída carroña del camposanto;
Melancólica sirena de abismales mares,
La viajera eterna, la cruel regente.

Llévame ahora, triste errante,
Arrastra al abismo esta alma.
Que mis venas se pudran infectas
Que mi cuerpo se torne en piedra.

Y que el olvido me encuentre,
¡Y que en el vacío mi ser se retuerza!,
Y que tras grises mareas me hunda,
¡Que los anhelos se ahoguen conmigo!

Firme, me aferro a tu álgida caricia,
A la póstuma promesa de ansiada paz,
Como un delirante idealista,
Ensimismado en un sueño ilusorio.
​

 

excelente atmósfera.
saludos
tyngui sanchez