NiÑa mia

Como la brisa consiente las rosas cada mañana de mayo fulgurante y serena, ha de ser tu de consentida, de mimada, de tierna, de preciosa. Tal vez te gusta que te digan cosas bonitas, cosas dulces y suaves que pongan tu corazón a mil, que te pongan la piel intranquila y tu vientre se vuelva un yacimiento de coloridas mariposas que danzan con júbilo vuelo.

Cuantas palabras deseas escuchar preciosa, de cuantos bellos motivos tu corazón quieres llenar para dejarlos dormir bajo un arrullo frágil y tierno cual otoño de noviembre; en donde serás aurora boreal de luz blanca, de mil colores como arco iris por montones y cada vez que el ocaso se pierda en el horizonte estarás ahí entre lo mágico y lo bello, entre lo encantador y lo sublime, entre el silencio y la paz de un humilde sentimiento.

Cuando las cortinas de tus bellos ojos se levanten… niña mía, lo mas seguro es que veas su color en los paisajes verdes de las praderas, expuestos como alfombras sobre la tierra; una tierra que es sinónimo de tu cuerpo; único, mágico y misterioso.

Que te canten ángeles, que las diosas te alaben, que las rosas y flores te envidien, que las estrellas te celen, que el mar te arrulle, que el cielo te lleve al mundo desconocido y épico de lo inigualable e infinito, que lo eterno acaricie la tersa suavidad consentida de tu alma y que un tsunami inunde de sentimientos ese universo lírico y sencillo que es tu corazón.