Nombre propio-.

Antes, en silencio ocultado,

tu propio nombre, te era ajeno:

ese silencioso nombre, que no

te nombraba, o apenas lo hacía,

no te satisfacía. Todavía, hoy,

te produce un conato de desprecio,

el escucharlo: no es precisamente

tu nombre verdadero. Mas tú, no sabes,

y cansado tanto de la vida, como del nombre,

te desvaneces en brazos de la desdicha.



©

 

En algunas culturas antiguas, las personas cambiaban sus nombres para darse coraje, poder, para renacer en vida más fuertes.
Creo que cuando un nombre ya no menciona, hay que cambiarlo. Siempre para bien.
Fue un gusto reflexionar con tus palabras, amigo.
Un abrazo.

 

Ciertamente, querida Cecy, es triste, pero ahora todo se cambia, o modifica, más por cuestiones estéticas que razonables. Qué razonables eran la gente de las tribus y civilizaciones primitivas, en ocasiones! Un abrazo amiga y mil gracias por tu comentario analítico!!