Ocaso IX

Llega a ser dulce contemplar la serena melancolía,
las penas son éter de una lágrima blanda, media olvidada.
Se puede subir, y bajar con total libertad,
lo sustancial, lo cuántico para los observadores es el rojo o el blanco en la piel.

Hallar al poeta entre los árboles de cualquier otoño
es para unir soledades llenas de mentiras,
cada cual tiene su istmo de misterios,
cada pared es una retirada a tiempo.

Voy a dormir en las calles, voy a seguir creciendo hasta ser de humo,
vendrán personas vestidas de personas a llorar por mi en el cine,
a escribir todo esto que no aprendí,
a ser un niño, a ser una canción con nombre.

Son tantas las constelaciones por descubrir en los mares,
tantos los enigmas que nos ponen viejos,
tantas razones para maldecir mujeres, con los trastos de memorias y sus rastros,
tantas cosas como emociones, Himalaya de suerte insegura.

Voy a poner la música tan alta
que el ingenio de mi humor caerá en narcolepsia,
va a sobrar un cuarto de espera entre ella y yo, entre ustedes y yo.

Llega a ser dulce estar tan vacío,
alejarse para ya nunca más herir a ese ser que se equivoca al quererte.