Padre

Entre semblantes protectores,

hemos crecido sintiendo,

que siempre, adonde sea, él nos cuidaría,

emociones profundas,
hacen de su piel, hogar,

condiciones tibias,
regresan a su afecto,
como mariposas y laguna,

sentimentalismo en cada abrazo,

agrupamiento de estrellas,
hacen de su anhelo,
nuevos cielos,

promesas y sueños,

es único dueño,
cada padre, de cada hijo,

entre vivencias lumínicas,

serán nostalgias, siempre renacidas,

convertirán su amor,
en inagotable sabiduría,

porque
cuando dejemos de latir,

regresaremos siempre,

cual pájaro menesteroso,

a sus cordiales brazos.

 

El amor de un padre permanece más allá del tiempo. Aunque la vida avance y el pulso se detenga, su presencia sigue viva en cada recuerdo, en cada gesto heredado, en cada palabra que dejó sembrada. Cuando todo parezca desvanecerse, su abrazo —real o imaginado— nos aguardará como un refugio eterno. Porque quien ha amado así, no desaparece: se transforma en sabiduría, en nostalgia luminosa, en el lugar al que siempre regresamos, incluso cuando ya no está.

Excelente poema

Saludos cordiales