Poema XXVI

Mutilada la tarde con el ojo de la memoria;
recuerdo cuando tus manos jugaban como
ramas delgadas entre mis huesos provocando
un delirio calmo hasta la punta de mi cabello,
escurriendo todo aquel torrente de sensaciones
impávidas que se despiertan en la mente,
distorsionando todo lo real y misterioso
del tacto invisible de un sentimiento.

Pudo ser un amor pasajero de cual
escapamos para renacer sin miedo
entre las hojas mortales del silencio
y callamos
y olvido
y te nombro
con el dedo en cruz entre los labios
apaciguando
el llanto que enjuaga la noche.



​

 

Bellas letras.
Un placer leerte

 

gracias laura

 

Sensaciones que trasmiten tantas cosas, grato volver a leerte, ahora que no estás