Reflexión 23

Y gritaron los condenados,
como si no hubiera un mañana,
soltaron todas sus lágrimas
para su dios sediento,

aquel que no entiende de circunstancias,

las tempestades juegan con mi cráneo,

aquel que fue avaro, seguirá siéndolo,

hasta que se le acaben las ideas,

cuando la marea golpea de lleno,
cuando seca mi lengua
y atraviesa mi espíritu,
cuando el océano sea muerte,
seremos vida, si aun hemos de flotar,

solo si el aire es más que un viento futuro,
si cada respiración es
una eternidad más, de tiempo profundo,

si al tiempo le cuentas sus segundos,

serás artífice de la imaginación,
si a la muerte le cuentas sus víctimas,

serás cómplice, serás tiempo,
serás asesino de sueños noctámbulos,

y el mal viene porque hay bien,
la muerte porque hay vida,
la desdicha porque hay fortuna,
vienen días apelmazados
para rostros pálidos,
porque la noche es interminable,

será la tierra destruida,
bajo un torrente de sangre infernal,
de la esencia de un dios piadoso,
solo cuando su vida está en peligro,

serán aquellas luces,
esperanzas entre velos divinos,
que aguardan su momento
para desnudarse frente a los mortales

serán protegidas por un futuro bendito,

serán aquellas vidas aún viudas,
nuestra mirada anclada al horizonte,

mientras las estrellas se desparraman
en agonía, y marean a todo dios,

sus energías se acoplan
con los sentidos alterados del creador,

pronto el vacío se escucha,
derribando constelaciones,

abismal destrucción,
la ficción cobra sentido,
hasta para un dios abatido,

será su suerte,

su primer y último destino perdido.