Relojes

El reloj en el pasillo,

el alto de caja estrecha

que en la sombra nos acecha

con su siniestro estribillo.


Ese reloj de bolsillo,

de acero, cuarzo o de cuerda

no se detiene y recuerda

que no peinamos flequillo.


Al de cuco en la pared

y a las campanas de iglesia

no les afecta la amnesia,

ni escapamos de su red.


El reloj de fina arena

y el que se tiñe de sol

también ejercen control

sobre la humana condena.


De lujo, retro, de dama;

la vida son cuatro cosas

y unas horas silenciosas

sin un reloj de alta gama.


Y el blutuz en las pantallas,

demasiado inteligentes,

en demasía asistentes,

del tiempo también lacayas.


Maquinarias alcahuetas,

no dejan de ser cotillas

sus tenaces manecillas.

¿Vamos a rolex o a setas?

 

Gracias
Cyrano