Sin cubierta

Desnuda de pretextos,
desolada.
Como el campo cosechado,
despojada.
Tierra agreste, cual si fuera,
olvidada…

Al inicio del círculo
o al final,
caminando a prisa
o a pasos quedos;
perpetuando espacios
y momentos,
perpetuando sueños
en ensueños.

El horizonte se muestra
sin obstáculos ni brumas,
sin misteriosos picos
que oculten fortunas,
sin cueva para esconderse,
sin manantial donde se suma
y se ahogue el silencio;
donde se acalle el gemido quedo,
donde los pies reposen,
donde el olvido vuelva.

Allí estas extendida, esparcida,
integrándote con el viento,
con el agua,
con la vida.
Allí estás detenida
por un vehiculo que gasta
a pocos,
su existencia.

Allí estas sometida,
por preceptos de vida,
preceptos que no curan
viejas ni nuevas heridas.
Allí estas vibrante,
errante a veces,
a veces inquieta.

Allá vas, cual si un ave,
con el peso en las alas
de cientos de cometas
y sin elevarte caes
sumida y sepultada
en abismal tristeza.

Aquí estás, esencia de azahares
y de niebla con forma de estrellas;
aquí estás, pequeñamente inmensa
o inconmensurablemente pequeña.

Aquí estas,
sustrayéndote al tiempo
esperando entregarte al verbo
para sentirte plena.

Aquí estas escondida
tras una lagrima que no seca,
tras una sonrisa hueca,
cual estela danzante,
cual eterna caricia,
amante,
mil veces amante.