Sin Olvido

Quisiera sentarme a la barra
en algún bar cualquiera
y pedir al cantinero
una buena botella de olvido
con dos copas, una rota,
y la otra medio vacía,
y quizás un poco de tiempo
para llevar.
Quisiera ver una muralla
pintada color de olvido,
con ese toque urbano
de las cosas que notamos
al pasar y que nos quedan
dando vuelta la cabeza
por el resto de la vida.
Quisiera tener la fortuna
de mil millones en oro
y comprar todo el olvido
de este mundo,
para que me dure
los mil años que me quedan
por olvidar,
y un poco más
por si fuera necesario.
Quisiera arrendar un cuarto
en la capital
con vista al parque del olvido
y pasear por las tardes
con el encanto de la memoria aturdida
lentamente disipándose
entre el requiebre
de las volátiles hojas.
Quisiera tener un traje
con tela de olvido:
pantalones sin reminiscencias,
chaqueta cosida con alzhéimer,
camisa blanca en coma,
y corbata aromatizada
sin la evocación,
y vestirme como los sauces
que se desvisten en otoño
con sus desnudeces adormiladas.
Quisiera que alguien
me abrazara por la mañana
y me dijera “felicidades,
hoy celebramos
el día internacional del olvido”
y tener el derecho
de borrar lo que yo quiera
quedando inmune a los recuerdos,
y empacharme con la libertad
que da el tener
un corazón analfabeta.
Quisiera comer olvido
a todas horas,
olvido con papas salteadas,
pastel de olvido,
olvido a la plancha,
pollo relleno con olvido,
salsa de olvido,
parrilladas de olvido
entre los amigos…;
en fin, hacer la dieta del olvido
hasta que esta memoria
obesa de amor
se quede en los huesos
o se muera de inanición.


Quisiera poder respirar
el olvido,
ahogarme en la profundidad
del olvido, pescar olvido,
cazar olvido, viajar
en el tren del olvido
y transitar por calles
olvidadas;
quisiera cavar
en el olvido,
envejecer postrado
en el sótano del olvido,
masticar olvido,
transpirar y apestar a olvido,
ir a la feria por un kilo
de olvido, comprar olvido
con el envase retornable
de mi pecho,
matar por olvido,
ir a la cárcel por olvido,
secretar olvido
por los párpados,
lamer olvido,
guarecerme de la lluvia
bajo las tupidas
ráfagas con que nos va envenenando
el olvido…


...


Sí, es cierto,
quisiera poder olvidar
con la magia secreta
del olvido,
y vivir plácido
con esa ignorancia anhelada
de tener tanto amor
y sin olvido,
con esa bella complacencia
de no deberle nada al tiempo,
vivir por ahí
a mis anchas y sin memoria…
olvidado…
pero ciertamente
tendría, lo sé,
aquella sensación
en el alma,
a pesar de mi memoria nula,
de que sin este amor
que te tengo
ya nada más
le haría tanto bien
a mi vida...
si te olvido...

 

He recorrido cada imagen y cada una me trae tu ingenio y esa intensidad que me capturado la mirada...ha sido un gran gusto leerte amigo...te abrazo con cariño...