Soneto V

Por la montaña desciende ella
solita entre los robles ajados.
Soldados cabalgan en fila de a dos
por su pupila brillante de estrella,
En lo que busca su reflejo la bella
cierran la puerta a la luz, sedados.
Sus faldas recorren hálitos sagrados
y en su sonrisa el sol abre mella.
Al mástil le arrancó las blancas velas
en donde el nicho agasajado
ocultaba sus rosas más bellas
unos rejones en su percal clavados
desfloran sus tan bien guardadas telas,
desangran los urbidumbres alados.

 

Precioso poema magnífico muy bonito, muy lindo.