Treinta monedas.

Treinta monedas, un cuerpo, un sexo que habla

caricias arañadas en piel usada

úteros prestados clonan defectos

oscuros desatinos, excusa apagada.

Sangra el deseo infectado por inerte

el suspiro es arrancado, ya no engaña

son adioses el aroma que uno siente

el gemido es un susurro que le hurta la mirada.

Unas horas, un silencio que no miente

cada vida tiene un precio, doble o nada

se cierran los corazones ante el abisal desencanto

entonces el destino, se bate en retirada.

 

Encantada de darte la bienvenida a ti y a tus letras. Tu poema me ha sorprendido gratamente, un contenido fuerte, un pulcro desarrollo con buenas imágenes y una expresión que se destaca por su lenguaje y vocabulario. Como detalle a marcar, a mi criterio, encuentro la falta de algunas comas. Espero leer más. Gracias por estar aquí y compartir tu obra.

Un beso.