Vidas nacaradas

En el interior no hay belleza,
ni añeja fealdad,

en el interior anida
una edad que se entiende eterna,
algo que escapa del tiempo,
y que a su vez
nos otorga una vitalidad inalcanzable,

cada sendero es cuento de viajero,
y cada caminante entiende
su vuelo, su alma, y su cuerpo,
su recíproco aleteo,

cada ser se mueve entre vientos,
más nunca será esclavo
aquel que por las mareas zarpe,
aquel que encuentre hospedaje
en algún pecho futuro,

porque buscamos contención,
de sangre cálida, de crisálida emoción,

la tensión entre polos opuestos,
busca su sabiduría,
su rotación equitativa,

los infiernos fueron cielos,
fueron lugar para el deseo y el placer,

los cielos fueron vacío,
fueron espacio destinado a ser,

como el aire y su respiro,

como el vientre y su cría,

como el río y su cascada,

como las hazañas de cada estrella,
de sus estelas, de sus vidas,

de sus rosas nacaradas.