Deseo que le seas infiel a aquel que realmente no te ama. A aquel que solo utiliza tus encantos para el morbo de sus pasiones. Deseo que le seas infiel para probar el sabor de lo peligroso, de divertirnos de la ansiedad del pecado. Deseo que le seas infiel para poderte amar como te mereces y para poder susurrarte esas palabras que se constriñen en mi garganta. Deseo que le seas infiel para que él sepa lo que realmente es el amor y el buen trato y para que se entere del cómo calentar tus noches hasta llegar al alivio de un punto álgido. Deseo que le seas infiel para ir más lejos con tu cuerpo y aventurarlo hasta que tu felicidad se colme de placer. Deseo que le seas infiel para no sentirme culpable de lo que hemos hecho y de lo que ya no volveremos a hacer, porque a mí me quieres y a él realmente lo amas.
Esgrimo mis pensamientos en el vacío de un querer que se confunde en amor. Aquella caricia que te incomodó en la espalda de un frenesí. Tu olor a ese añejo devenir de una sonrisa que disfraza tu sentir. Un reproche tuyo nace inconscientemente de tus labios que encantan. El artilugio de tus silencios que ilusionan mi núcleo afectivo. Las mariposas que se alborotan en mi estómago, las siento como cuchillas de una licuadora que despedazan las vísceras de todos mis anhelos. Algún día quizás comprendas que lo nuestro fue un collage de detalles. Ahora todo cambió, sigues amando un recuerdo transfigurado en tiempo y yo gozo de la libertad de palpar tu cuerpo, tu aliento, tu acento. Recuerdo que soy poeta y una sola mariposa ha quedado revoloteando en mi corazón.