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  1. Bichos escondidos en rincones, en ramajes...
    bichos de colores u oscuros personajes.
    Extraños individuos deslumbrados,
    ignorantes de cielos, esclavizados,
    dormitando en el día y apareciendo en la noche
    en los porches iluminados, en jardines y en patios.
    Bichos agolpados, enloquecidos de inconsciencia;
    seres porfiados, usurpadores del aire,
    ensayando sus insólitas danzas sin sentido,
    en remolinos inciertos, emborrachados de estío,
    revoloteando, encasillados, enceguecidos...
    ¡como embelesados de luz!

    Inspirado en la obra "Bichos", trabajo plástico, técnica Mixta, de la artista Sra. Rosa Alicia Arencibia.
    A José Valverde Yuste le gusta esto.
  2. Como si fuera una muda roca
    o una mirada absorta
    embelesada de lejanía,
    así, el tiempo,
    parece, a veces, que no pasa...
    que se queda detenido
    en tus oscuros ojos asombrados,
    en tus silencios profundos
    rebalsados de misterios
    o en el sosegado y tibio
    refugio de tus manos.

    "El tiempo"... uno de los 56 poemas cortos que publiqué en mi poemario "Cuencos en la arena" (Ebook), por medio de Ediciones Lilium, Buenos Aires, Argentina.
    Disponible en Bajalibros.com
    A Alde le gusta esto.
  3. Amalgama misteriosa;
    los sentidos fundidos
    en celestial elixir.
    Conexión en sintonía
    de maravilloso engarce,
    tus ojos y los míos,
    en singular enlace,
    se unen temblorosos
    por un instante eterno...
    ¡como en vertiginoso revuelo
    de mil alondras de fuego!
    A DeSolís, José Valverde Yuste y Alde les gusta esto.
  4. Escapan, en bandada, los pensamientos.
    En estampida revoltosa parten
    hacia el erial incendiado de sol
    de tus ojos lejanos,
    ya sin huellas de las canciones
    veraniegas de los grillos.

    En el ocaso, un grito ahogado
    se apodera de tu nombre.
    Y, en un monótono paisaje
    de tristeza y sombras,
    lo disemina.
    A Alde le gusta esto.
  5. Vigía tenaz, enraizado,
    implacable frente al horizonte.
    Explosión de sol aún en la borrasca;
    domador de tormentas y de rachas.
    Timonel de oleajes y bajeles tripulados
    por los silbidos navieros de los vientos.
    Tus alas de luz rozan
    los confines del universo
    señalando, temblorosas, el camino.
    Eres portentoso cielo
    por encima de todas las tempestades;
    fiel adorador de cirros y celajes.

    Eres candela y pájaro
    surcando el ocaso adormecido...
    A Riolita y Alde les gusta esto.
  6. Hola! Transcribo una Columna de Diario El País que me pareció bella e interesante:

    "El arte es algo tan esencial y natural como el oxígeno. Braque dijo: "El arte es una herida hecha luz". Y, en efecto, qué vamos a hacer con las innumerables heridas de la vida sino intentar convertirlas en luz para que no nos destruyan.
    También es arte colocar bellamente una flor en un vaso, y que su humilde contemplación apacigüe tu día. Respeto a todo creador que necesite perentoriamente hacer lo que hace, me gusten sus obras o no. "Si no fuera por el arte, yo me habría quitado la vida hace mucho tiempo", confiesa la genial artista japonesa Yayoi Kusama,
    que vive desde hace décadas, por su propia voluntad, en un psiquiátrico. O, como decía Clarice Lispector: "Escribo como si fuera a salvar la vida de alguien. Probablemente, mi propia vida".
    Exacto. Por eso leemos, y escuchamos música, y vemos cuadros. Ahí estamos todos. Viva el arte."

    Rosa Montero.
    Diario El País, octubre de 2025.
  7. Asusta el silencio, soberano
    entre paredes blancas; estático espectro
    usurpador de los poros de desprevenida piel.
    Candado que cierra gargantas mudas de espanto.
    Autómata de rostro de hielo y manos de arena,
    deja escapar, en oleadas, los recuerdos.
    Lo espían los inviernos a través de los cristales
    y las primaveras preservan a los pájaros
    cuando abren, con sus cánticos, las madrugadas.

    Rey de amargo rictus que pretende el mundo.

    El xilofón de la lluvia lo derrotará con su embrujo
    y el fuego, vencedor de tantos fríos, sonrojará
    con su cortejo a las paredes blancas.
    A crisantemo le gusta esto.
  8. Imaginemos cuencos, concavidades, receptáculos... que acunen nostalgias, amores, ilusiones, desengaños, inexplicables soledades.
    Cuencos que custodien historias, que atesoren remembranzas, que alberguen la vida.
    Cuencos... como los que modela la lluvia en la arena.

    Ahora, imaginemos que cada una de las obras de este libro es cuenco - continente de un cúmulo de experiencias, emociones y sentimientos; que cada poema es pura ala desplegada; que es gota de esa lluvia capaz de adentrarse en lo más íntimo de la existencia, y convertirse en luz y sombra, grito, llanto, risa, olvido, y también, silencio.
    Y que así, "Cuencos en la arena" se convierta en lo que es su pretensión, su objetivo: ser transmisor y generador de vivencias, y enriquecer al lector en su capacidad de emocionarse y, por qué no, de sentirse identificado.

    La autora.


    Y aquí, el poema del cual tomé el título para el libro:

    Cuencos en la arena

    Agotado litoral de arena blanca y fina...
    el agua lo roza latido tras latido
    para devolverle un poco de existencia.
    Una brisa, desamorada y fría,
    diseña las asperezas del invierno.
    El tiempo se estremece de soledad absurda
    en las palmas de mis manos,
    en la presencia de nidos olvidados,
    en la desazón y el hartazgo
    de un alma que ya no entiende la tristeza,
    que trata de reconocerse en espejos sombríos
    para limpiar las heridas aún abiertas.
    Ni una sola golondrina
    cruza ese cielo agrisado por la pena.
    Duele la piel que no cicatriza,
    que no quiere recordar ni arrebujarse,
    de nuevo, entre sábanas gélidas
    como esa brisa que la perfora.

    En la arena, increíbles cuencos se inauguran
    con los primeros cristales afilados de la lluvia.

    Pero no serán suficientes para albergar
    el aluvión de angustias que me abruma.
    A crisantemo y José Valverde Yuste les gusta esto.
  9. Comparto mi nueva alegría; acabo de publicar mi tercer libro, de la mano de Editorial Lilium, Buenos Aires, Argentina. Se titula "Cuencos en la arena", título tomado de una de mis obras que, por supuesto, está incluida en el libro, y que transcribiré en otra oportunidad.
    "Cuencos en la arena" es un poemario compuesto por 56 poemas cortos, publicado como Ebook, que se puede leer en cualquier dispositivo.
    En este momento, se encuentra a disposición en Bajalibros.com.
    Se puede buscar entrando a la página de dicha tienda, colocando mi nombre y apellido (Zulma Martínez) o el título del libro.

    Más adelante, compartiré también el texto que coloqué en la Introducción del Poemario.
    Hasta la próxima...
    A Alde le gusta esto.
  10. Me niego a la rosa
    por temor a las espinas.
    Me niego al calor
    de esa mano extendida.
    Me niego a esos ojos,
    a esa voz, a esa sonrisa.
    Me niego a latir, a sentir...
    ¿por no sufrir?

    Me niego... me niego.

    Y de tanto
    negarme
    ya no vivo
    ni camino
    ni respiro.
  11. (Rima JOTABE)

    Nada más queda, desde este momento,
    en los recodos de mi pensamiento,

    atesoro la llave de esa puerta,
    gris cancerbera de una ilusión muerta;
    cruel y fatal herida siempre abierta.
    Bajo un candente sol, isla desierta.

    De mi triste alma, el frío se adivina
    y esa gélida angustia no culmina.

    Sólo puedo decirte... que lo siento;
    ya no hay calor en mi mirada yerta
    ni arrullos en la brisa vespertina.
    A bristy le gusta esto.
  12. (Prosa poética)

    Debo entender que todo es efímero.
    Lo son los castillos que la lluvia diseña en mis ventanas, a los que abandona cuando, aliada con el viento, decide
    apropiarse de mis miedos y esparcirlos en otro lugar.
    También lo es la noche con su cielo de diamantes, y el nocturno astro que, de pronto, se deshace en pedrerías y
    lentejuelas en ese lago fatal donde naufragan los sueños.
    Fueron efímeras, para mí, sus manos, en el momento en que las perdí para siempre aquella madrugada junto a su voz última, apagada y suplicante.
    Y es efímera la vida que, en un instante, se pulveriza por correr despavorida al compás enloquecido de las horas.
    A José Valverde Yuste y crisantemo les gusta esto.
  13. Y ese reguero de silencio que hiende, punzante,
    las interminables semanas con sus arcas
    rebosantes de vacío y olvido.
    Y la búsqueda inútil, el hastío, la desolación.
    Y la esperanza del milagro de un llamado.
    Y el ruido infernal de esa avenida destrozado
    en las aristas de los recuerdos.
    Y la noche hecha añicos en el titubeante
    temblor de plumas de unos pájaros amanecidos.
    Y ese fantasma...
    Ese espantajo de manos de humo
    vestigio de un incendio que, en realidad,
    nunca existió.
    Y las promesas... y la partida
    ¡Y el beso del adiós!
    A José Valverde Yuste y crisantemo les gusta esto.
  14. Rememoro ese instante supremo;
    tus ojos aferrados a los míos...
    ¡designios del destino!
    Evoco la lluvia inventando burbujas
    en las calzadas paralizadas de silencio.
    El ruido infernal revivo, del mar embravecido
    hiriendo las rocas con sus espasmos de agua.
    Y nosotros...
    sentados detrás de una vidriera,
    fantaseando ilusiones y quimeras
    aromadas de café y tostadas.
    A José Valverde Yuste le gusta esto.
  15. Como si fuera
    una quieta roca
    o una mirada absorta
    embelesada de lejanía,
    así
    el tiempo
    parece
    a veces
    que no pasa
    que se queda detenido
    en tus ojos asombrados
    en tus silencios
    rebalsados de misterios
    o en el sosegado y tibio
    refugio de tus manos.
    A José Valverde Yuste y Alde les gusta esto.