Cálida cobija

Con mi alma quebrada, boreal, desprolija,
me guardo del sol, que no es indulgente.
Plantando mis pies en el fango caliente
me guardo del frío, con una cobija.

Se ha visto los pliegues, dejados al claro,
secarse, quemarse, volverse carroña,
dejándome expuesto al antojo de Doña,
la dama violada, y su vivo descaro.

Aquella viciosa hechicera me aguarda
sentada en el banco, cruzando la estancia,
se viste de nada, vulgar arrogancia,
y escupe un bocado de sangre bastarda.

No acepto las manchas, prefiero ir al charco
que al silo entre piernas de bruja pelada,
me hundo dejando de lado la espada,
dormidos los brazos, saltando del barco.

El mar que me aguarda es mi suave frazada,
barrera implacable entre el alba y mis ganas,
divorcio rotundo de aquellas hermanas
llamadas esencia y su voz maculada.

La llama está afuera tentándome, inicua;
la masa florera y su atuendo indeleble,
maleando con vida a la cáscara feble
de aquella mi necia cabeza conspicua.

Del mundo no quiero la luz dolorosa
que, hipócrita, marca de pies va dejando
en vados resecos que invade pisando
con firme descaro… ¡mi manta destroza!

 

No me percaté, lo siento.

 

Hola, me gustaría divisar algunas partes del poema,
para no hacerlo tan tedioso es decir tan largo,
primeramente le diré que tuve una simple idea y recordé
esa noticia mundial, de la mujer que fue violada
debe pagar con su delito casandose con su violador,
pero otro lado veo esa parte fundamental de él
donde se busca salir de un sentimiento a otro
me gusta , si fuese en dos partes,
pero de igual manera no es nada malo,
en si tiene fluidez y mucho más que desear
(las rimas fueron muy agradables)

grato leerle.

 

Gracias por la crítica, muy interesante tu observación. Un gusto haberla recibido.

 

Paso a dejarte una felicitación por el reconocimiento y mi saludo cordial por el momento grato al leerte.