Cebolla

Orfebre de mis risas y mi llanto,
en aceite dorada, tu persona
fue y cayose entre la octava y la nona
para ser salvación en mi quebranto.​

Tu fina vestidura, seda y oro...
Mezclada con el fruto de las aves
dieras la fuerza del viento a mis naves,
calmaras mi dolor, rico tesoro.​

Con el fruto de la vid por compaña,
entre blancos ropajes, sin mancilla,
combatiste mi mal con tan gran saña​

que, recuerdo cabal aún maravilla,
y mezclada con tubérculo extraña,
eres tú mi sostén, hecha en tortilla.​

 

Gracias por leerme Maramín. Y por contestar más aún.

 

Soneto a quién nos ha brindado su esencia.
Estrellitas armoniosas.

 

Con la panza llena, ya no quedan penas. Me gustó tu soneto,
Saludos

 

Gracias Armonía y Balo por vuestras amables palabras.

 

Particularmente no me gustan las cebollas, pero hace un muy buen tributo a ella.

 

¡Qué maravilloso homenaje a la cebolla!
Buen soneto, amigo Ángel.
Xosé.

 

No sabe lo que se pierde, Epicteto. Piteira, gracias por tus palabras y por la corrección.

 

La cebolla. La imprescindible cebolla a la que no habrá que recurrir para llorar tu ausencia, porque hace mucho que no se de tí, aunque ya se sabe que el verano está lleno de compromisos sociales y de fiestas galantes. Tu soneto a la cebolla es estupendo.

 

Gracias Luis. Mi problema es que me conecto esporadicamente en la biblioteca. Ya vendrán tiempos mejores.