Despertar

Sin siquiera percatarme
despedía las aulas de secundaria,
empezaba el viaje sin retorno
por una ruta más que adversaria.

Vez primera en alma máter
sin una idea clara del mañana,
las dudas se abrían paso a raudales
cada hora, cada sol, cada semana.

Llegó la noche del primer vuelo
tratando de divisar nuevos horizontes,
dolorosa partida del hogar materno,
camino escabroso por inexplorados montes.

Confundido y atormentado
me refugié en un mundo de dogmas incuestionables,
en una casa de bendición, según se decía,
donde conocí contradicciones incomparables:
la doble moral a la orden del día
ocultaba vicios muy censurables,
bajo una capa de supuesta filantropía
con apariencia de virtudes laudables.

Luego una hermana nación
me recibió con los brazos abiertos;
fue allí donde sobrevinieron
mis más áridos desiertos.

Me juzgué con dureza
por hacer al fin
lo que por temor antes no hacía,
en medio de tanta franqueza
al capítulo le cerré el llavín,
y de nuevo me abrazaba la patria mía.

Empezaba apenas a crecer,
y eso dolía lo que debía doler,
había comenzado a comprender
que con los ojos cerrados no se puede ver.

-G. Arroyo, 22/Mar./2011-

 

Cerrar los ojos es como estar ciego.

 

Cierto, apreciado Ángel. El abrazo fraterno de siempre...!!