En ti.

Dejas caer un puñado de ti al suelo,
sigues engañándote en un mundo traicionero.
Olvidas de todo aquello que te perteneció,
lo que alguna vez has sostenido en tus manos.

Dibujas una sonrisa en una ventana empañada,
te acuerdas de tus sueños inconclusos,
te niegas a soñarlos de nuevo.

Miras hacia adelante,
es una mañana soleada.
Suele ser un tanto extraño,
y cierras los ojos para no pensarlo.

El sueño invade tu alma,
y florecen de nuevo tus esperanzas,
acompañado de algunas lagrimas frías.

Hay algo en esta mañana soleada.
Te invade la incertidumbre.
El comienzo de un nuevo juego.

Aprietas las muelas con el miedo a perder,
te mientes otro día mas.
Olvidando lo que realmente anhelas
con los ojos abiertos.

En tus sueños caes todo el tiempo,
despiertas sacudiendo tu alma,
solitaria, carente de fuerzas.
Un tanto afligidas al cambio.

Cruzas el abismo por detrás de tus fracasos.
Huyes como un bandido,
temiendo el futuro.
Sospechando el principio de un final ansioso.

Te atreves abrir la puerta dudosamente,
cansado de las incorrectas,
totalmente inabrible a una vida
con un poco mas de perspectiva.

Piensas que hay algo mal en tu corazón,
pero no siempre eres lo que crees.
El sueño revuelve tu cabeza,
haciéndote entrar en razón.

Sientes que puedes ser realmente de verdad
cuando te muestras reflejado en lo que has soñado tanto tiempo.
Tratando de alcanzar aquello que no has dejado soltar de ti.

 

Eres de verdad, pero eso implica que lo que te suceda, va a ocurrir realmente.
Como en las noticias del periódico.
No obstante, los hechos universales no necesitan testigos.
Es decir que puedes pasar inadvertido.
Tanto si eres músico, o poeta, o actor de cine, o frutero, agricultor, médico, pediatra...


De todos modos, debemos vencer nuestros miedos irracionales, nuestros temores infantiles, nuestro afán de protagonismo, nuestras discusiones sin fin, e incentivar la comprensión de lo abstracto, para acercarnos a la bondad.