Humo

Enciendo un cigarrillo

con lo poco que queda de mí.

El humo baja por la garganta,

un poco se escapa por un agujero en la yugular,

lo dejo irse sin prisa,

me gusta ver los dibujos que formara después,

en el aire, sin yugular.

Otro poco llega a los pulmones,

pero no encuentra lugar para entrar,

una costilla rebelde cierra el paso,

quizás ella no se quiera separar de mí,

no lo se,

misterios de costilla.

La arranco de todas formas,

y al fin el humo puede entrar,

comienza a girar en mi interior,

jugando con mí sangre,

con mis glóbulos blancos,

con mi cáncer de pulmón.

Allí los veo, en el hueco de mi costilla.

Están, creo, bailando,

mi humo y mi cáncer,

es hermoso, pienso, intento llorar,

pero tengo un ojo vaciado

y el otro, pobre, supongo que lo gaste demasiado.

Los ojos suelen venir de a dos,

pobre pareja la del ojo y el ojo vaciado,

que vienen impares, pero de a dos.

De todas formas no me deprimo,

estoy como quiero estar,

acostado, pues es tarde,

y viendo a mí humo y mi cáncer bailar,

entre los restos de vísceras,

escondiéndose detrás del hígado.

Pero yo quiero ver que hacen,

después de todo es mi cuerpo,

por ahora al menos,

asi que sin que se note,

despacio, felino,

arranco mi hígado y lo tiro por la ventana,

lastima por el hígado,

realmente me gustaba ese hígado,

por lo menos parecía sano.

De todas formas allí están,

mi humo y mi cáncer

abrazados, desnudos,

como en la televisión.

Por alguna razón siento como se me rompe el corazón,

"adiós corazón" pienso, y eso me pone mal,

por suerte ya no tengo corazón,

gracias a Dios por los rompimientos de corazón.

Mi humo y mi cáncer avergonzados,

(es gracioso verlos avergonzados,

hasta casi tierno)

avergonzados se marchan.

Saltan por el agujero de mi costilla celosa,

con un par de valijas que no se de donde salieron,

y veo que mi cáncer se lleva lo que parece ser,

si, sin dudas es mi páncreas,

no me molesta demasiado,

lo deben necesitar ahora que se mudan.

Mi humo no se lleva nada,

lo que de verdad me apena,

le ofrezco intestinos,

apéndices, amígdalas,

transfusiones de sangre,

de semen, lo que sea,

para dejarme contento apenas se lleva el trozo de algún riñón,

hubiese preferido el apéndice,

pero estoy contento por el,

por los dos.

Me saludan y se van abrazados,

mi cáncer y mi humo

con mi páncreas y un trozo de riñón.

Me dejan solo,

tirado en la cama,

ya con el cigarrillo consumido,

un poco mas vacío,

hasta que la costilla arrancada sube a la cama,

y me abraza como las costillas saben abrazar,

y me besa con beso de costilla,

y me dice que me ama,

y yo la hecho,

le ordeno bajarse,

la tiro en la sartén.

La dejo quemarse, consumirse,

Odio esa costilla.

 

Matias B I E N V E N I D O a este portal espero que tu estancia sea placentera.
Nos regalas un maravilloso escrito el cual ha sido todo un placer leerte.

En la distancia un abrazo fraternal,