La distancia

¿Qué harías si nos encontramos caminando por la calle
sin impedimento alguno más allá que el que naturalmente nos impone una barrera?
No soy adivino, pero muy seguramente al rato cambiarás de acera
y me saludarás de paso sin que importe que divise todos los detalles;
y entonces poco importará que mi figura allí se halle
si al final de tu camino lo que quieres es ver a ese otro que te espera.

Por eso, aunque también la odie, en ocasiones prefiero la distancia
ya que me permite omitir el hecho de saber que no soy yo a quien deseas;
ya que desde allí no tengo que aguantar que a pesar de lo importante que dices que yo sea
sé que nunca faltarán los días en los que ignores mi figura en toda instancia,
ya que estando lejos solo tengo que vivir la agonía de anhelar de golpe tu fragancia
mientras que estando cerca sé que en mi mente voy a maldecir que otro la posea.

Pero hay otros momentos en que me agobia que alimentes esa lejanía
donde mi mente acusa que no es así para, de igual manera, terminar creyéndolo;
llego a pensar que no vale la pena maldecir si ni siquiera estás sintiéndolo
y que muy seguramente solo es a mí a quien condenas a vivir esa agonía,
entonces no reniego solamente por el hecho de que no me extrañes en tus días
sino que también maldigo enormemente el que tenga que quererte aun sabiéndolo.

Y otras noches, solo desde la distancia, puedo imaginarme tu figura
sin temor a que la realidad abra la puerta de mis anheladas fantasías,
siento así que desde allí será posible imaginar hacerte mía
y que puedo desplegar mis brazos por completo alrededor de tu cintura;
pero esa poca cercanía entre nosotros es la misma que al final me hace recobrar cordura
desechando cada una de mis ambiciones en el trasto de las utopías.

Es así como termina siendo paradójico el transcurrir de cada instante
porque al final del día no puedo saber cómo debo catalogar nuestra distancia:
si prefiriéndola porque a partir de allí puedo calmar algunas de mis ansias
o maldiciéndola porque el simple hecho de vivir sin ti es frustrante.
Al fin y al cabo, lo único que no queda entre dicho es que para mí estarás distante
y que sea como sea debo anhelarte únicamente bajo esa circunstancia.

Así que por favor, ayúdame a discernir este vaivén que me carcome las entrañas
ya que tu desinterés no sirve para que todo esto acabe simplemente;
no te pido, aunque quisiera, que hagas un esfuerzo por dejar de estar ausente
porque no quiero sacrificar ni absorber tu tiempo para que cometas tal hazaña,
solo dime, amor, ¿Acaso debo odiar esta distancia entre nosotros porque sé que no me extrañas?
o debo aferrarme a ella porque solo allí se nos permite amarnos, aunque sea ilusoriamente.