Los nietos.

Libre albedrío, azar y ecuaciones de primer grado.
Empresas humanas que se vuelven aleatorias.
Despejamos la incógnita y resolvemos el problema de Matemáticas.
Todo lo tuyo, es mío, y viceversa. Abuelo y nieto, y fin de la historia.


La cosa se está complicando, puesto que somos muchos rivales felices.





Estamos ardiendo, como en la olla, unas perdices.
Nos están guisando en escabeche, que es buena salsa.
Estamos buenas y jugosas. Como náufragos en una balsa.
A ver si salimos de pobres, y nos hacemos ricos.


¿ Riqueza o sabiduría ? ¿ Qué sentido prefieres ? O el justo medio tendrá la virtud.


Y qué más quieres, ¿ Verme dentro de un ataúd ?
Si somos amigos... Somos los nietos. Dios no perdona, porque tampoco castiga.
Y no está bien darle patadas a un árbol, o a los cipreses del seto.
Nos puede la rabia; la furia. Nos domestica.


Se complica nuestra existencia.

 

Puede ser. Yo quiero decir, con este poema, que los hijos de Dios son, también, nietos suyos. Porque la Creación tiene unos escalones, y son los dioses menores, los encargados de satisfacer esas ansias multiplicadoras, del corazón. Los dioses menores, como Jehová, sacan del corazón, nuevos espíritus, ángeles y elementales de la Naturaleza. Los espíritus deben evolucionar. Los ángeles, custodiar a los seres vivos, y a las naciones de cada mundo habitado. Y por su parte, los elementales de la Naturaleza, producir el medio-ambiente apto para la vida física. Apto para la unidad biológica de consciencia. Que el agua dulce, sea potable. O que el aire, sea respirable. Así, los elementales son invisibles, pero están ahí: Gnomos, devas, ninfas, hadas, trolls, elfos, vestiglos, salamandras y peris. Son buenos químicos.

 

Bueno, pues el poema tiene vida propia. No sé cómo lo hice. Pellízquenme, a ver si estoy soñando. Gracias por tu observación, amigo. Sé que, en el fondo, llevas razón. Soy muy surrealista. Será eso... Pero me gusta parecer verosímil. Creíble. Nunca lo conseguiré...