Manuelo Crusoe.

Cegome, sí, el fragor de la batalla
contra las olas a bordo del "Pimpollo"
y no vi, repuñetas, el escollo
que encallome a orillas de la playa.

En una isla desierta, es la vitualla
el quid de la cuestión o del meollo
y amén de alguno que otro raro embrollo
su solución quizá la más canalla

no es tan fácil vivir comiendo cocos
ni hacer una fogata sin cerillos,
útil cosa que saben hacer pocos,

ni una cabaña sin los cordelillos
para atar los muy rectos o barrocos
troncos, cañas, ramajes o palillos.

 

El Ego es la imagen mental que cada cuál tiene, de sí mismo.
En este caso, es el náufrago Robinson Crusoe, con quien Manuelo se siente identificado.
Hay una comunión entre ambos personajes, o entre Realidad y Ficción.
Luego por tanto, surge así la llama de color violeta: Devoción e idealismo.
Que no es idolatría, porque no hay fanatismo ni sometimiento.
Sino comprensión de lo abstracto, y Amistad.
Es decir que el Ego es una herramienta evolutiva, que podemos integrar, mas no destruir.
Y sirve, una vez aprehendido, o capturado y retenido, para apuntar la auto-estima.
Mi auto-estima crece, gracias a los personajes que me definen.
Personajes que me sirven como metáfora, para retratarme por dentro. Quién soy, por dentro.

 

Me encanta este gran aprieto, traducido en inteligentes versos, que me han hecho reír en el amanecer neoyorkino. Me hiciste recordar la película Laguna Azul con Brook Shields.

Un gran abrazo... me voy a desayunar unos deliciosos cocos,

Gladiadora____________