Palabras rumorosas.

Venís y me decís como tal cosa
que la luna tiene uñas que le brillan,
que el silencio es pesado y que le chillan
los cangrejos hundidos en su fosa.

Venís y me decís llorando loza
que ríos con monedas te acribillan,
que ídolos de arcilla el agua trillan
y suspiras palabras que una goza.

Palabras como estrellas me circundan
causándome emociones voluptuosas,
pero son solo noches de desvelo,

cuando miras palabras que te inundan
con dialectos extraños, rumorosas,
y oscurecen los brillos de tu cielo.​

 

La aurora de tu pecho en la neblina


Tus liras son acordes viscerales.
Pletórica en belleza la haces propia.
El corazón entregas llave y copia.
Realidad virtuosa de quetzales.

Sucede que la suerte aunque azarosa
te incrusta en mi sendero como gema.
Descalzas, entre dalias, tu poema
cada vez que recitas silenciosa.

Es cierto que atesoras eso que amas;
mas nadie excepto tú sabrá que el viento
me arrastró con el ímpetu sediento
al llano ceniciento de tus llamas.

¡Prima de mi canción yo te regalo
la paz del monte en ésta lanza urgente,
el ceibo en cruz
del sur
la luz que exhalo,
soledad de un bandoneón,
su gente!

Si el eco de la flor está en su espina
todos los pájaros serán al puente
la aurora de tu pecho en la neblina.

 

Ciertamente querida amiga, un poema que nos deja pensando, mas esta estrofa coincide con muchas noches mías:

Palabras como estrellas me circundan
causándome emociones voluptuosas,
pero son solo noches de desvelo,

Un placer leerte querida mía!
Cariños

 

Gracias María Beatriz, por tus palabras. Coincidimos en muchas cosas. Un abrazo.

 

Hermoso tu poema respuesta, Riolita, hay muchos versos que me gustan como:
Si el eco de la flor está en su espina

Te dejo un poema de contra respuesta:

Brillo de perla.

De quetzales tu brillo, de cenzontle tu voz.
Tus cuatrocientas voces matizan el ambiente
concierto de metales, retumban en creciente
y deslumbran los rayos que me alejan de vos.

Deslumbrada te busco, ciega esgrimo mi hoz
para cortar la niebla que me oculta tu mente.
Tropiezo con las piedras parezco una demente.
Te busco y no te encuentro porque no sé quién sos.

¿Seréis acaso el viento que viaja con canciones
o seréis una estrella por algún punto austral
que ilumina tu noche mas yo no puedo verla?

Tal vez tan solo seas un montón de emociones
resonando sus ecos en torrente caudal
que ilumina mi pecho con su brillo de perla.

Que pases bonito día.
Luciana.

 

Gracias por el presente, compañera.
Ahora, no piense que le voy a responder con otro soneto,
que en el anterior perdí cuatro kilos!

 

No hay prisa, compañero, ni es obligación.
Ha de ser por placer.
Un abrazo.