Pavor eterno

Pavor tengo de confesar lo que siento,
prefiero que impidas que mi sangre fluya,
una palabra para ser mi alma tuya,
y no dejar en el aire un sentimiento.
La prudencia no trae ningún escarmiento,
me perjuré ese día no volver a llorar,
¿prudencia o cobardía?, ¿de qué se ha de hablar?
del aroma que lleva el aire y presiento,
que trae consigo gloria y también tormento.
Quiero en tus días ser astro coronado
y en la noche luz de Luna en tu travesía,
el único consuelo del alma mía,
el dogma de estar para siempre a tu lado.
Viviendo de sueños nadie lo ha contado,
son ilusiones hogueras hechizantes
de los tristes y desventurados viajantes
que en la gruta infinita se han adentrado
porque a la amada no haberse confesado.
Qué agradable y tan contagiosa sonrisa,
¿ante tal portento quién no se declara?
Pues alguien con la farsa escrita en la cara
y por hundirse parecer tener prisa.
No quiero que mi llanto apague mi risa,
no quiero que otro cause tu felicidad,
no quiero mi silencio visto con frialdad,
no quiero tener de otra boca su brisa,
y menos huir por mi virtud imprecisa.
La llama encendida será por venganza,
por una emoción que la gente no intuye,
un error por lo que todo me rehuye,
porque de lo inefable siento añoranza.
¿Qué puede haber detrás de tanta esperanza?
Pues desvivirse por orden de Cupido,
mi sangre si el sacrificio es requerido,
un elogio es que de mí quiera matanza,
una declaración a la vieja usanza.
Hay en mis palabras fe en una vida mejor,
en la que otros muchos como yo soñamos
y que a pesar de todo nunca arriesgamos,
pero algo hermoso merece nuestro valor.
No hacer es negarse, es aceptar el dolor,
es creer falsamente que alguien te importa,
sufrir un martirio que nadie soporta,
de modo que ondead su nombre entre el clamor
y nunca guardéis bajo llave vuestro amor.
Como hojas de otoño caen las ilusiones,
muertas en tierra y vuelan para no volver,
tan mustias que el viento os condena en el ayer,
mueren así viejas buenas intenciones.
Provienen del miedo todas las traiciones,
pudiendo volar no me lanzo al vacío,
no ser de nadie el error, es sólo mío,
no lo tengas en cuenta, no me cuestiones,
te mentí y ruego mi amor que me perdones.
Ora ganar todo y ora perder nada,
en una sola carta, luz y oscuridad,
el temor a una supuesta fatal verdad
y ante estatua el tonto la tiene embrujada.
Será una rata, mas rata espavilada,
y te deja acabando más turuta que él,
viviéndote y acariciando suave piel,
¿no la quisiste?, no empieces lagrimada,
en esta vida no hay mujer regalada.

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