Reflexión 63

La vida se resume en sufrir y dejar sufrir,

y aún así la gente no denigra toda existencia,

se quejan de la ignorancia,

pocos sabrán
lo que subyace en cada tumba,
helor y arrepentimiento,
y aún deseamos ignorar la muerte,

se quejan de la ostentación desvergonzada,
vergüenza les tendría que dar,
siempre ignorar
al que duerme entre la basura,

se quejan de la virtud del que no escucha, educados para obedecer,
claro es el infierno,
que alimenta nuestros miedos,

arderán los que aún tengan fuerzas,

se quejan de toda posible liberación inmaterial,
la materialidad se entiende
como toda una devoción hacia la razón,
cuando se descubra también
que la razón es ilusión,
caerá toda seguridad,

como cae la lluvia, sin dueños,
más que la carente tristeza del cielo,

se quejan de las religiones,
y la ciencia es la religión más aceptada,

cuando entendamos que todo es creencia, comprenderemos la vileza humana,

comprenderemos la altanería del poderoso,
la bajeza egocéntricamente inmunda
del que con riqueza excesiva,
y ya con juventud bailada,
desea ser alabado por filántropo,

se quejan de todo odio,
de toda emoción "negativa",
la verdadera miseria
es comprender la vida sin oscuridad,

porque el universo es oscuridad,
porque el universo es finitud,

me quejo de lo que veo todos los días,
de lo que razono cada noche,
y en cada extrospección
encuentro más razones
para remarcar mis deseos,

me quejo
de la "belleza" que creen apreciar,
somos órganos asquerosos,
vísceras que se pudren,
me quejo
de todas sus faltas de coherencia,

la verdadera introspección,
se alcanza,
cuando nos reflejamos con honestidad,

cuando esa transparencia
nos muestra toda penumbra,

somos la oscuridad
de un universo que nos educa
para que acabemos con su sufrimiento.

 

Este poema es una reflexión cruda y despiadada sobre la condición humana, donde la queja constante revela no solo inconformidad, sino una verdad más incómoda: nuestra incapacidad de asumir la responsabilidad de existir. A través de una mirada introspectiva y filosófica, el texto desenmascara la hipocresía, el autoengaño y la dependencia de falsas seguridades —ya sean materiales, racionales o espirituales— que sostienen una sociedad sin raíces. Al final, el poema invita a una introspección radical, donde solo a través de la aceptación de la oscuridad —tanto externa como interna— podríamos rozar una forma más honesta de conciencia. No se trata de encontrar consuelo, sino de abrir los ojos a una verdad incómoda: somos parte de un universo que sufre, y quizá nuestro rol no sea negarlo, sino comprenderlo.

Saludos cordiales