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Siniestra amargura

Tema en 'Poemas Melancólicos (Tristes)' comenzado por Novalistian, 17 de Febrero de 2007. Respuestas: 0 | Visitas: 484

  1. Novalistian

    Novalistian Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    17 de Febrero de 2007
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    Las llamas del infierno la consumen,
    los penares de la muerte la invaden,
    a una alma en pena que por un hechizo
    errando vaga por donde no sabe
    porque en su vida no se satisfizo,
    vivió donde los olvidados duermen,
    en un acantilado
    roto por la bravura de las olas
    del mar de la deshonra,
    otro vacío ingenuo e inventado,
    por no querer sentirse ella sola,
    por no poder vivir la vida de otra.
    No resulta muy serio
    que sea una caricia
    la oda de un cementerio,
    lo que es para extraños la pericia,
    es para ella su pan de cada día,
    acurrucarse en un manto de niebla,
    le da el calor que nadie le daría,
    que los luceros rompan la oscuridad
    cuando de sus ojos caiga tormenta,
    caminando sola y sin temeridad,
    candil en la derecha
    y puñal en la izquierda,
    para curar la brecha
    por la que su vida hizo que se pierda,
    encontrando sólo risas macarras,
    un ápice de humanidad siquiera,
    decepcionantes burlas en sus caras,
    la traición verdadera,
    la de un sueño con los ojos abiertos,
    con mi sangre huyendo de su condena
    al andar a paso cortado e incierto,
    una alma que de bondad se envenena,
    que mataría por tener reflejo,
    calor de fuego amable,
    por olvidar el color del vencejo
    y de sus párpados no poder que hable,
    y es que no se puede hablar del mundo
    sin mirar con los ojos,
    abrirlos un segundo,
    ver la hermosa realidad sin despojos,
    ella terrible también,
    pero como tú se verá aliviada
    de su infinito vaivén,
    entre su bien y el mal siendo habitada.
    Nuevo nombre de tu sangre es la angustia,
    galopando por tu ser,
    vida de una flor mustia,
    pues su cuerpo no la parece querer,
    su renuncia cobarde sin medida,
    por los preciosos himnos de la muerte,
    a sus oídos dulce acometida,
    cambiar el gris por el azul celeste,
    su difícil decisión,
    acostumbrada a sufrir,
    confesar su corazón
    y ver con ojos abiertos que es vivir.
    A la Luna llena, su confesora,
    la savia de su vida,
    ¿cómo tan vil traidora?
    Le hizo en tierra su única consentida,
    de ti creyó el enlace de sus manos,
    estúpida mentira,
    tu espalda diste a un humilde pagano,
    a ella, ni le suspira,
    lo hace ella por todos,
    su símbolo es la pasión,
    la de sus fantasmas cargando la cruz,
    ¡no quiere más la bondadosa opresión!
    ¡que ni muertos vean la luz!
    Su sedienta pasión de fatalidad,
    punzante unguento al dolor,
    sojuzgarse a la maldad,
    ¿por no saber del amor?,
    ¿por no saber algo más que respirar?
    Pobre ignorante de lo que la hiere,
    ver el fin negando el derecho vital,
    por no saber ella lo que más quiere.
     
    #1

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