Sino trágico

Hoy me siento feliz.
Ella ha muerto ya,
Su cáncer de ovarios al fin la fulminó.
Su madre llora el catastrófico desenlace,
Su padre me culpa (que más esperar de esos viejos fracasados).

¿Cómo ha de ser?,
¿existirán aún esos ojos color verde vejado?
¿sus labios tendrán todavía ese trémulo fulgor de desolación?

La imagino ya en ese juicio infame;
recibiendo injurias sádicas de ese barbón inicuo,
la siento indómita (cual Palas enamorada),
con aire desdeñoso,
evitando el vómito que a todos nos produce esa presencia
y que, por modestia, nunca evadimos.

Ya debe estar condenada,
Debe avanzar, llorando de felicidad,
Hacia su tártaro
(tan suyo, tan mío, tan nuestro; y tan ajeno y distante).

El pago de su ignominia es imposible,
En el infierno han de sufrir todos los malvados,
¿Cómo pagar su pena sin llenarme de leve felicidad?,

¿Por qué la veo acercarse a mis labios?,
¿Por qué la veo rozar con su mano toda mi muerte?,
¿Por qué no me lleno de felicidad y amor?,
¿Por qué la detesto?