Sus insultos.

Sus insultos no me duelen.
Quepo por en medio de la zarza de espinas.
Me ha preparado una trampa.
Pero ése no es el final de mi destino.





Quiere que yo me haga daño, a solas.


Que me bañe en el Mar, si han crecido mucho, las olas.
Para luchar contra su bravura. Con la tempestad madura.
Y que me exponga. Para tocar el yambé y los bongos.
Con mucho ritmo y con mis manos.


Es decir, quiere ritmos gitanos.

 

Me gustó este poema un placer leerte
un abrazo afectuoso desde chile
saludos poeta.

 

Gracias, amigo. Para eso estamos: Para servir. Lo que ocurre es que la comida, está sosa, o está muy caliente, o no gusta a los invitados. Ello depende. Como en la música, sobre gustos, no hay nada escrito.