Tú...

Azules ojos, ríos que bañan
el mar de mis deseos...

Como la delgada espiga,
en mi molino y en mi horno,
de harina devienes pan,
te conviertes en mi alimento...

La esencia de estas uvas,
para un embriagante vino,
dulce, del olfato al gusto,
¡que extasiado me siento contigo!

Tus manos abonaron mi tierra,
fértil del nuevo se encuentra mi campo,
y en esos labios la humedad encuentro
para este viejo árbol.

Las antiguas danzas recobran bríos
en tus suaves caderas,
que hoy marcan el ritmo atemporal
de amores nuevos.

Y en este tiempo,
que marcaba la lógica del olvido,
llegas tú, a regalarme
nuevamente el recuerdo.

 

La vida va ofreciendo nuevas oportunidades y siempre es suficiente si es uno el que se da.

Saludos.